viernes, 20 de julio de 2012

LA FONDA SARITA, MITO, LEYENDA O REALIDAD?


En el ramo gastronómico hay muchas historias y esta es una de ellas.
La Sra. Sofía alquiló en una construcción antigua del Centro de la Ciudad de México, un local para poner una fondita, con ayuda de sus hijos: Rocío, María de Jesús y Leonardo, al hacer arreglos en el bañito del local, el albañil que había contratado pegó un alarido al derrumbarse una pared y quedando al descubierto en esqueleto, con una larga cabellera negra, que parecía mirarlos detrás de un montón de cascajo, con un vestido negro cenizo por el polvo y lleno de telarañas, colgando de unas gruesas cadenas.

Leo fascinado, con lo que habían descubierto se quedó frente al esqueleto. Mientras doña Sofía pensaba que hacerse, avisar a las autoridades o a un sacerdote, como ya estaba anocheciendo decidió cerrar y dejar todo para como estaba y regresar el día siguiente.

Leo sintió lastima por aquel esqueleto, si había estado colgado tanto tiempo merecía descansar y sin que su mamá lo viera, rápidamente lo había descolgado de aquellas cadenas, al caer el esqueleto escuchó un suspiro de alivio como si el esqueleto descansara de su castigo. Al otro día llegaron muy temprano, abriendo la accesoria y dispuestos a enfrentar el problema, pero sorpresa aquellos restos no estaban habían desaparecido ¡no había nada!

Leo hizo en letrero “FONDA SARITA” y abrieron sus puertas a la clientela, los meses pasaron y la fonda no tenía ventas, para colmo de males Leo enfermó gravemente y su mamá se tuvo que ausentar del negocio, estando sus hijas al frente, pero una noche al regresar a su casa llegaron muy animadas, oye mamá que bueno que nos enviaste a esa muchacha, a Inés, ella nos dijo que ya se había puesto de acuerdo contigo, al hablar doña Sofía con Inés, la convenció de quedarse en un cuartito contiguo a la fonda, colocándole un catre para que descansara.

Desde ese momento la fonda tuvo éxito, la gente entraba como atraída por un encanto o quizás por los ojos de Inés que miraban con ternura.

El día que Leo cumplió doce años y después de festejarlo invitaron a Inés a que se cambiara a su casa pero ella rechazó la propuesta, despidiéndose al final de Leo y dándole un abrazo le murmuro al oído: gracias por apiadarte de mi largo sufrimiento adiós, Leo, adiós dijo él.

Inés desapareció aquella noche, al abrir la fonda ella ya no estaba, cómo se fue si estaba cerrado por fuera se preguntaban uno a otro.

Era Inés un fantasma que ayudo a ese niño y a su familia por haberla librado de su cruel castigo, hay que tener cuidado al remodelar en las construcciones del Centro Histórico detrás de esas paredes hay muchas historias.

EL CONDE DE ARAGON

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