Un ejemplo de ello lo podemos encontrar en la mitología asturiana. Se trata de un muerto que vaga de noche como un alma que no sabe cómo ascender al Cielo y por ello se pasea por las noches formando la Estantigua castellana o la Santa Compaña gallega (conocida igualmente como la Güestia o «la bona xente»).
En América el ejemplo más característico lo representa la leyenda de origen guatemalteco conocida como la Llorona. Igualmente en Chile podemos encontrar la leyenda de la Viuda y de las Ánimas de Cucao.
Morimos como vivimos
En definitiva y según las propuestas de las mejores y mas serias sociedades espiritistas, un fantasma se “construye” con algunas de las actitudes no resueltas de un humano mientras continua encarnado en su cuerpo físico. El fantasma es víctima de carencias, obsesiones, sentimientos de culpabilidad, apegos innegociables, miedos o desesperanza. Exactamente igual que pueda que nos ocurra ahora mismo en alguna de las áreas de nuestra vida a muchas de las personas que ahora estamos leyendo este articulo. Si no cuidamos estas actitudes, es posible que alguno de nosotros pueda convertirse en ser un fiable candidato a fantasma el día de mañana.
El Alma en pena necesita buenos consejos que el comprenda que debe aplicar para poder cambiar su actitud. Debe ser capaz de sentir que esta a tiempo de rectificar, que esta a tiempo de perdonar o ser perdonado. Debe ser capaz de sentir que tiene una segunda oportunidad en la que podrá aprovechar sus errores del pasado y convertirlos en un valioso conocimiento lleno de sabiduría para el futuro. Este cambio de actitud para que el ser que llamamos fantasma, y que no es mas que una entidad que pide afecto, comprensión, y oportunidad para un cambio, debe proporcionárselo un buen consejero que le haga comprender: El médium. Una vez que el fantasma ha comprendido, ocurre espontáneamente aquello largamente esperado por el, sabe que puede sentirse libre y continuar su camino de evolución, puede seguir su camino en paz creciendo existencialmente hacia otros planos en una forma encarnada o en una forma espiritual. Ha comprendido que la capacidad de ordenar sus experiencias le permiten ser el mejor maestro, y enseñar a otras entidades a no repetir su mismo error.
También llamado acto heroico de caridad, consiste en una donación completa de los efectos satisfactorios ganados con obras buenas, en favor de las almas del purgatorio.
En palabras de San Agustín, todas las obras buenas que se practican en estado de gracia santificante, tienen la virtud de producir cuatro efectos: meritorio, propiciatorio, impetratorio y satisfactorio. El efecto meritorio aumenta la gracia de quien la hace, y no puede cederse. Lo propiciatorio aplaca la ira de Dios; lo impretratorio inclina a Dios a conceder lo que se le pide. Por último, es satisfactoria porque ayuda a satisfacer o pagar la pena por los pecados. Es este último efecto satisfactorio el que se cede a las ánimas del purgatorio, ofreciendo a Dios una compensación por la pena temporal debida. No es un voto riguroso, ni requiere ningún formalismo más allá de hacerlo con el corazón, sino una cesión voluntaria que puede rectificarse en cualquier momento. Tampoco debería decirse heroico pues se gana más de lo que se cede.
FUENTES: https://www.puntmagicbarcelona.com/blog/el-alma-en-pena-fantasmas-de-los-muertos
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:SoulCarriedtoHeaven.jpg?uselang=es
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