martes, 27 de enero de 2015

La Cruz de la Calle del Arco (Leyenda de Taxco, Guerrero).


Cuentan las viejas tradiciones, que allá en los tiempos de la colonia, en lo que hoy es la Calle del Arco en Taxco, vivía una elegantísima dama española. Su ondulante cabellera caía sobre su espalda cual torrente de Azabaches acariciando su alabastrino talle adornado con el ropaje de los nardos del tabor, sus grandes pestañas que simulaban lo erizado de las montañas agrestes de Taxco. Sus manos tenían el delicado acopio de las blancas muñequitas traídas del oriente. Sus pies diminutos eran tenuemente acariciados por las sandalias rojo púrpura. Orladas con el pelaje del armiño. Toda ella era llena de gracia. Su mirar y su caminar seducían al que tenía la suerte de contemplarla, pero en ese corazón de ángel hecha mujer, latía a cada instante un grande amor.

Rodrigo era su única ilusión; apuesto caballero español, dotado por el capricho de la naturaleza, de todas las cualidades varoniles: valiente, joven, atractivo y educado a la alta estirpe de su origen. Todo era ensueño y felicidad en aquella pareja de enamorados. Pero no se hizo esperar más tiempo esa dicha engañosa, y no tardó en aparecer en la pantalla polícroma de ese amor: la tormenta borrascosa, final de una loca pasión nacida por primera vez en aquel lugar de embrujo. Rodrigo, cada vez que se entrevistaba con aquella fascinante mujer, se hacía acompañar de Víctor Manuel (su amigo muy íntimo), no menos poseedor de los atractivos de Rodrigo. Ella, Beatriz, amaba a Rodrigo locamente, bosquejando su figura aún en las noches de insomnio. Pero la fatal casualidad quiso que una noche de plenilunio, tranquila y serena en que Víctor Manuel acompañaba a Rodrigo en sus citas amorosas, la dama tendió su electrizante mirada en el joven acompañante. Esa mirada zigzagueante envolvió el ambiente, se cruzaron las miradas, y surgió el romance, traicionando así, ese amor jurado para Rodrigo, truncado en ese momento por el falso corazón de Beatriz.


Rodrigo a pesar de todo, siguió sosteniendo relaciones con ella, pero no dejaba de notar cierta indiferencia en todo, y en una de tantas citas, llegó el instante fatal del desengaño, envolviéndolo la borrasca de la desilusión la cruel traición de ambos. Decepcionado y triste aprovechó el momento en que juntos platicaban, se acercó a ellos y en su presencia lanzó un suspiro largo y profundo como los inmensos mares, tendió su mirada por última vez a su amigo y a Beatriz, sacó su espada del cinto, la blandió en el aire hundiéndola después en su angustiado corazón pronunciando en medio de las convulsiones de la muerte el nombre de Beatriz.

Enseguida expiró en el mismo sitio en que naciera un grande amor. En recuerdo de esta fatídica traición de Víctor Manuel y Beatriz, se colocó en ese mismo sitio una humilde cruz de madera, que al correr el tiempo ha caído en el olvido, pero que hoy se conoce como "La Cruz de la Calle del Arco".

La creencia católica le ha dado otros comentarios muy divergentes a su primitivo origen, pero lo más acertado es lo relatado en esta leyenda, porque antes de que los callejones de Taxco fueran trazados, se encontró bajo los frondosos árboles de ese lugar, acariada por las verdes sensitivas y abrazada por los bejucos, una cruz de madera, carcomida y apolillada por el transcurso de los años. La cruz de Rodrigo.

La Calle del Arco franquea la Parroquia de Santa Prisca del lado sur, se llamaba así por el arco que forma la Parroquia (justo arriba de donde se localiza la Cruz de cantera rosa), esta calle tuerce a la izquierda para reunirse con la Calle Celso Muñoz (antes: Calle de la Muerte).

Basada en las Leyendas populares de Taxco así como de los Relatos escritos por el ya fallecido profesor Sinesio R. Moctezuma.

Visita: www.taxcolandia.com

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