lunes, 4 de diciembre de 2017

Momias de las catacumbas de los Capuchinos.


Situadas bajo el homónimo convento en Via Cappuccini, en las afueras de Palermo, las catacumbas de los Capuchinos son una de las visitas turísticas más dispar y morbosa.
Desde el siglo XVII los frailes comenzaron a enterrar en las catacumbas a los palermitanos que podían costearse el costoso proceso de momificación que descubrieron los monjes. Básicamente los pasos que llevan a la conservación de los cadáveres pasan por mantener el cadáver en una cueva de ambiente muy seco para que el cuerpo “sude” la humedad durante ochos meses, para posteriormente exponerlo al sol tras un baño de vinagre en una terraza hasta que la piel se acartone, dotando a los gestos de la cara de muecas grotescas y desencajadas.


Inicialmente todos los cuerpos tenían ojos de cristal que los soldados estadounidenses saquearon tras el desembarco en Sicilia durante la II Guerra Mundial.
La mayoría de las momias expuestos en las catacumbas (unos 8.000) datan del siglo XIX. Ataviados con sus mejores galas, las momias se colocaban en hileras, de pié, tumbadas o colgadas y ordenadas por sexo, edad y condición social. Guy de Maupassant describía con horror la experiencia que le produjo la visita a las catacumbas de los capuchinos de Palermo.


Son especialmente macabras las momias de los niños, en especial la de una niña de dos años embalsamada en 1920 y cuyo cuerpo se conserva casi intacto; aunque la sensación desagradable se hace cómica e histriónica ante el continuo desfile de visitantes que acomparsan la ruta, y el estado y hábitos de los esqueletos.


Finalmente aquellos fieles del Gattopardo pueden visitar el cementerio contiguo a la entrada a las catacumbas de los capuchinos, donde está enterrado el príncipe de Lampedusa.

FUENTE: http://www.lasicilia.es/catacumbas_capuchinos_palermo

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