La leyenda de la Patasola.

Perteneciente al folclore suramericano, la Patasola es un mito que toma materia a partir de la prescripción de una mujer monstruosa a la cual se le representa con una abundante cabellera desordenada, ojos aterradores similares a los de un felino, enorme boca con grandes colmillos y un único píe, dando lugar al nombre por el cual es comúnmente conocida.

Orígenes del mito

Existen algunas versiones sobre el mito, todas muy distantes una de otra, sin embargo según cuenta la leyenda colombiana, la Patasola nació como el dramático desenlace de un amorío.

En el territorio colombiano vivía un laborioso campesino quien día a día salía en las mañanas a vender la cosecha de las tierras de su patrón, su mujer aguardaba sola todos los días a que su esposo regresara mientras desarrollaba las actividades del hogar, con el tiempo su patrón comenzó a notar su admirable belleza y dio rienda suelta a una serie de regalos para conquistarla, con el tiempo el plan resultó victorioso y consumaron la infidelidad, acto que se hizo costumbre cada vez que el honrado campesino salía a trabajar.

La privacidad de la traición se perdió rápidamente y el pueblo comenzó a rumorear hasta hacérselo saber al campesino, un día éste hombre trabajador fingió salir a vender la cosecha de su patrón como de costumbre y siguió a la pareja hasta encontrarlos en fragancia, tanto enfureció el campesino que su primera reacción fue desenvainar el machete con el cual laboraba y comenzar a arrojar taques precipitadamente, el resultado fue la decapitación del patrón y la amputación de una pierna de la hermosa mujer quien murió desangrada.

Con el tiempo comenzó a correrse el rumor de las apariciones de la hermosa dama quien brinca en una sola pierna por los caminos, cañadas, sierras y bosques quejándose fuertemente y derramando sangre.

Acciones de la Patasola

La Patasola es similar a la sayona en Venezuela y de hecho, luego de su dramática muerte, como a todo ser mítico se le atribuyen facultades que exceden los niveles estándares del hombre mortal. A pesar de su única pierna la Patasola corre a velocidades que son inimaginables para su condición física, es casi descrita como un vampiro en especial por su preferencia en los hombres a quienes con la ayuda de su habilidad de la metamorfosis logra seducir en base a una apariencia de inimaginable belleza y afabilidad, finalmente cuando logra cazarlos termina por devorarlos sin dejar ni un solo vestigio; además detesta el sol y los cielos abiertos y claros prefiriendo por ello los crepúsculos y las noches densas y tenebrosas que le ofrecen sus bosques.

Como toda honorable dama nocturna ama una perfecta noche de luna llena he incluso se especula que en noches tan magnificas deja sus lamentables quejidos a un lado y comienza a cantar con dulce voz sobre las copas de los arboles.

En algunos relatos se elimina cualquier caracterización de violencia sin razón al actuar de la Patasola, configurándosele como una protectora de la naturaleza, es por ello que en Colombia puede confundirsele con la Madre Monte, defensora del reino animal y la naturaleza que le rodea, y dotada con toda la disposición necesaria para atacar a todo aquel que se atreva a penetrar en su dominio y perturbar el equilibrio que ésta guardiana intenta mantener con mucho recelo. Particularmente ésta tenebrosa dama tiene como preferidos entre sus victimas a colonos, cazadores, caminantes, agricultores, leñadores y mineros; puede parecer un tanto contradictorio ya que no todos ellos ejercen violencia desmedida sobre la naturaleza, se puede decir que el caminante es más una persona con la intención de admirar el paisaje y que el agricultor es una persona que busca una alianza con la naturaleza en busca de una sustentación propia.

Una de sus principales artimañas no está en lucir hermosa y seducir, por el contrario prefiere hacer la victima esperando a que las personas afables lleguen a su llamado para auxiliarla, una vez los mal aventurados se acercan ella los ataca rápidamente bien sea triturándolos con sus enormes colmillos o extrayéndoles toda su sangre.

FUENTE: https://www.elpensante.com