La casa del duende del esparto aunque es un caso conocido por la mayoría y explicado en muchos medios dada la relevancia que tuvo por ser el primero en ser seguido de forma masiva por los medios del momento. Nosotros no podemos dejar de hacernos eco del mismo y hacer referencia al primer caso registrado de “poltergeist” en España, al menos en los medios de comunicación.
Y es además la primera intervención policial española, en este caso de la Guardia Civil, en una supuesta casa encantada o poltergeist”, En el número 7 de la Plaza del Esparto, Valencia, el Gobernador Civil de la época, Sr. Montilla, ordenó la intervención policial en el
inmueble, ante los supuestos fenómenos paranormales que testificaban numerosos vecinos.
En 1915 la familia Colomero vivía en Valencia, concretamente en el entresuelo del número 7 de la Plaza del Esparto de Valencia, barrio del Carmen.
En Mayo de ese mismo año, el militar retirado y sus dos hijas, llevaban sin dormir dos noches consecutivas debido a los ruidos nocturnos que se producían en el edificio, aunque los ruidos en cuestión no se limitaban solamente a las noche: también se producían por las mañanas y a últimas horas de la tarde.
Creyendo que los causantes de los mismos eran los inquilinos del principal, tomaron el camino de quejarse a los mismos. La sorpresa fue mayúscula cuando éstos aseveraron que no eran ellos los responsables, declarando además que también eran molestados por extraños ruidos, aunque más atenuados. Y efectivamente así ocurría en el segundo y en la planta baja, amén de los edificios colindantes.
Los ruidos, que parecían no tener punto fijo de procedencia, entraron en el radio del misterio, y para algunos, en el orden sobrenatural, haciendo que los vecinos comenzaran a atemorizarse. Sucesos inexplicables, golpes y ruidos extraños sin una explicación aparente. Estos incidentes no solo los presencio la familia, sino también otros vecinos del mismo inmueble, inclusive de otros edificios adyacentes, estos hechos produjeron el pánico y el terror entre los habitantes del barrio.
La prensa rápidamente se hizo eco de estos sucesos, las personas que se aglomeraban en la Plaza del Esparto para escuchar por ellos mismo “Al Duende de Esparto”, que fue como bautizo la prensa al supuesto origen de los sucesos.
Aunque había diversidad de opiniones, las aglomeraciones de gente que querían ver u oír los sucesos paranormales por ellos mismos era tal, que la policía en más de una ocasión tuvo que tomar medidas drásticas para intentar mantener el orden.
El gobernador civil de Valencia ordeno una investigación, que se llevo a cabo por orden judicial, fue la primera en España ante un caso de estas características, estas exhaustivas investigaciones no arrojaron ninguna luz, nadie negó de la existencia de estos fenómenos extraños pero no pudieron dar explicaciones lógicas para ellos.
Los vecinos del edificio y en particular la familia Colomero, vivieron con terror e impotencia esta pesadilla desde mayo hasta el 13 de julio, momento en el que cesaron de la misma forma en que habían comenzado, sin ninguna explicación lógica aparente, pudiendo así recuperar la tranquilidad y el sosiego de una vida normal.
El 6 de Julio de 1915, unos cuarenta agentes de policia, ordenados por el Gobernador Civil Sr. Motilla, junto con el inspector provincial Rodríguez, el jefe de policía, Oliveras, el capitán Alicart y el juez municipal García Mustieles, fueron los encargados de registrar el inmueble minuciosamente e investigar el caso. Prescindiendo de mitos y atentos al mundo físico, practicaron, un espectacular despliegue. Se acordonó la zona y se hicieron inspecciones oculares, interrogatorios y registros por todo el inmueble al frente de unos cuarenta agentes de policía.
Según los informes policiales textualmente:
“A las diez de la noche comenzaron los ruidos. Estos eran más perceptibles en los tabiques ligeros que en las paredes llamadas vulgarmente maestras”
La búsqueda no fue como se esperaba, ya que no encontraron ninguna señal de donde podrían proceder aquellos ruidos, por lo que dieron una explicación al suceso
El Gobernador Civil también explicó a la prensa: “He aquí la causa: Dos camas, un armario que antes no lo era, una pared mediera que divide dos casas, un tabique vibrante, o que debe vibrar. Todo esto produce los ruidos seguramente” Con tal respuesta se marcharon, pero los ruidos no cesaron. Todo lo contrario, estos fueron poco a poco incrementándose cada día en la casa de los Colomero.
Y seguían llegando más y más curiosos a la Plaza del Esparto para poder ver o escuchar con sus propios oídos al “Duende” de la casa. Ya el “Duende del Esparto” era famoso en el lugar, y un aliciente turístico para todo aquel que pasará por Valencia.
La muchedumbre se agolpaba en la plazoleta y en las calles adyacentes de Quartm Alta y travesía de San Miguel, produciéndose a veces verdaderas batallas campales con cargas policiales incluidas, en las que resultaban heridos tanto espectadores como varios guardias de seguridad, Manuel Mullino, Tolsa, Felipe Miño, o Manuel Gamón. Los incidentes se estaban convirtiendo en la vergüenza de la ciudad y de las portadas de los rotativos, en las que se dictaminaba que los espíritus maléficos eran los responsables de todos estos desagradables episodios.
Era la portada de los diferentes periódicos españoles, y todo ello aumentaba los incidentes y los problemas a la ciudad.
Un ejemplo de estos:
- Las Provincias: “La Casa de los Ruidos. Nueva estrategia de la fuerza pública. Un reto a los espíritus y una contestación inmediata. Las autoridades en ridículo”
- Levante: “La casa Misteriosa: la cosa se pone cada vez más seria. Los ruidos siguen en distintos sitios. Una inspección y dos registros sin resultados”
- Pueblo: “La Casa de Tócame Roque: Brujas y almas en pena. Los ruidos del nº 7. El descubrimiento de un juez. Las autoridades en ridículo. Carga brutal de la policía”
Indiferente a la expectación que estaba produciendo, el duende doméstico, más travieso cada vez, daba golpes que parecían acompañar la tonadilla lanzada por los curiosos “¡Que se vaya!”, acabando con un enérgico repique para volver a empezar a los pocos segundos.
Indudablemente los ruidos existían. Unas veces parecían puñetazos que hacían vibrar las paredes y otras resultaban como el golpear constante de cascos de caballos sobre el firme de la cuadra, produciendo varias trepidaciones en los edificios.
Las explicaciones que la gente daba a estos hechos iban en distintas direcciones, desde una provocación para que se marchasen los inquilinos, hasta un secuestro o el repiqueteo de una falsa fábrica de monedas. Otras de las versiones era la de que se trataba de un alma del purgatorio que necesitaba misas, o el supuesto maleficio de seres intermedios entre el espíritu y el hombre, es decir, duendes.
Pero “El Duende del Esparto” en cuestión, no hacía daño ni a niños ni a doncellas, ni pretendía hacer daño, sino que simplemente se dedicaba a tocar el bombo en la pared.
La parte humana de la opinión pública por lo general, apuntaba a que era obra de un chusco, un neurasténico o un malvado. No obstante, la gente seguía acudiendo con avidez, porque resultaba un espectáculo gratuito y fecundo en incidentes cómicos, independientemente de que también había sustos en los enfrentamientos con las fuerzas públicas.
No sin sorpresa se comprobó que, tanto en la catedral como en las iglesias cercanas, realizaban misas y ceremonias especiales para pedir por aquellas almas que se manifestaban en la casa o para ahuyentar a las ánimas del Purgatorio. Aumentaban diariamente el número de feligreses en las misas de cada día. Incluso se llegaron a realizar ceremonias religiosas, encargadas por las beatas, con el fin de cumplir la voluntad del supuesto difunto a quien algunos atribuían las extrañas manifestaciones, pues no faltaba quien suponía que todo aquello era una señal de las ánimas del Purgatorio.
Con todo el revuelo ocasionado por el supuesto poltergeist, el Ayuntamiento tomo parte y mandó al arquitecto jefe municipal, el Sr. Aymami para que se investigara más afondo las calles cercanas al lugar, una brigada de obreros practicara registros en varias calles adyacentes.
El 8 de julio de 1915 se cortó el acceso peatonal y los tabiques del inmueble número siete de la calle del Esparto y las casas lindantes del barrio del Carmen fueron minuciosamente escrutadas. El Sr. Aymami, introdujo micrófonos en diferentes tabiques donde se producían los ruidos y revisó todo el alcantarillado, aparte de diferentes puntos importantes de la estructura de la casa. Pero su búsqueda fue negativa, ya que no pudo encontrar nada para poder dar una explicación a tal suceso. Así pues, nunca se supo de donde procedían aquellos golpes (raps), y tampoco el por qué de estos. El 13 de Julio de 1915, los fenómenos desaparecieron sin dejar rastro. Y a día de hoy no se han vuelto a producir más en la casa nº 7 de la Plaza del Esparto, en Valencia.
La prensa dejo de hablar sobre el tema y las autoridades respiraron por fin tranquilas ante el cese de estos sucesos, que habían puesto en entredicho, tanto por parte de la prensa como de los ciudadanos, sus acciones en más de una ocasión.
Con el paso de los años fueron surgiendo noticias de sucesos similares en otros puntos de España, pero este fue el primer caso documentado e investigado por parte de autoridades civiles y jurídicas, así como por la prensa que siguió la noticia prácticamente desde su inicio hasta algún tiempo después de que los sucesos paranormales hubiesen cesado.
Hoy en día, sabemos que lo más probable es que estos sucesos se debieran a un fenómeno Poltergeist, dado que los Colomero tenían hijos en edad adolescente y pre adolescente, lo más probable es que fuese alguno de ellos el origen de dicho fenómeno y que debido a la expectación este fuese retroalimentándose. Aunque claro pasado casi un siglo es altamente difícil de precisar.
La “Plaza del Esparto” recoge la tradición del gremio que trabajaba las cuerdas y alpargatas.
En la plaza del Esparto se concentraron comercios varios que dieron origen al gremio de los sogueros que fueron aquellos que trabajaban las cuerdas, capazos y alpargatas. Por ello la “Plaza del Esparto” recoge esta tradición entre la “Calle Caballeros” y “Calle Caldereros” .
Se llamó en el pasado “Plaza de la Espartería” pues todos los jueves en ella se celebraba la venta del esparto. También se llamó “Plaza de Anglesola” por la familia de este noble linaje y de “Nuestra Señora de los Ángeles”. De entre los locales más emblemáticos que encontramos aquí tenemos el Café San Jaime que fue la antigua Farmacia Cañizares y la añeja y entrañable Clínica de Bebés que antaño vendía muñecas de porcelana y hoy vende golosinas.
FUENTE: http://www.vlcnoticias.com
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