miércoles, 7 de febrero de 2018

La cueva del Diablo.


El cerro de la Estrella de Ciudad de México es una de los accidentes geográficos más llamativos de México, especialmente por el valor arqueológico de la zona. En 1938, gran parte de este cerro fue declarada Parque Nacional, aunque luego, con el crecimiento urbano se redujo a sólo un área protegida por el gobierno de la ciudad.

Cuenta la historia que en lo alto del Cerro de la Estrella existe una cueva donde vive el Diablo. Cuando una persona iba caminando sola por el cerro, se le aparecía un viejito, el cual era el diablo, este viejito, pedía al caminante que le ayudara a subir, y se dirigía hacia la cueva; cuando se iban acercando a la cueva el anciano hacía al acompañante, proposiciones de riqueza inagotable a cambio de su alma.

Al llegar a la cueva, la insistencia se volvía seductora, casi imposible de ser rechazada. Algunos incautos, crédulos o codiciosos, se atrevían a entrar. Cuentan que dentro de la cueva, había un gran lago de maravillosas aguas azules donde nadaban y se bañaban unos patos majestuosos, los cuales comían, chilacaxtle que había en abundancia.


Después del lago, al fondo de la cueva, se podían ver unas ollas de barro repletas de monedas de oro, la luz que emitían las monedas fulguraba en la caverna y despertaba la codicia del más honesto de los hombres; tales monedas eran ofrecidas por el anciano a su presa… Los incautos visitantes que llegaban a tomar una sola moneda, se quedaban encantados dentro de la cueva pues habían vendido su alma al diablo y éste cobraba implacable su deuda; en cambio, si rechazaban el dinero, podían encontrar la salida de la cueva salvándose así, de los engaños del diablo.

“Yo no podría afirmar todo esto porque no lo he visto, pues me he cuidado mucho de no encontrarme con el viejecillo. Todo lo sé porque lo platicaban mis abuelos y lo cierto es que durante años y años, se han perdido dentro de esa cueva muchas, muchas personas, especialmente niños, de los que nadie ha vuelto a saber nada.”

Historia narrada por la señora María Guadalupe Jiménez de Serrano. Vecina oriunda de Iztapalapa.

FUENTE: https://manopeluda.com.mx

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