viernes, 25 de noviembre de 2016
Los anillos mágicos y sus poderes místicos.
Los tesoros no tienen porque siempre ser obscenas cantidades de oro o montañas de piedras preciosas. Un tesoro también puede ser un objeto muy valorado por la energía o poder que representa, como el Arca de la Alianza, la Lanza del Destino, la espada de Nuada, el Santo Grial, o algo aún más pequeño: un precioso anillo con poderes mágicos.
El anillo del rey Salomón
La tradición cuenta que el poder mágico del célebre y sabio rey hebreo radicaba en un anillo que le habría sido entregado —según el apócrifo Testamento de Salomón— por el mismísimo Arcángel Miguel. Gracias a él, Salomón consiguió dominar el mundo de los espíritus y subyugar a demonios con los que pudo llevar a cabo la gran empresa de construir el Templo de Jerusalén. El monarca buscaba consejo en la poderosa joya, que le revelaba todo lo que quería saber de lo humano y lo divino. Un día Salomón se quitó el anillo para bañarse y una fuerte ráfaga de viento arrastró el pequeño objeto a las aguas del río Jordán. Para suerte del rey, un pescador lo encontraría poco tiempo después en las entrañas de un pez y se lo regresaría.
La historia del anillo tras la muerte del rey es un completo misterio. Existe una leyenda talmúdica que asegura que el anillo se perdió en las aguas del mar, que nunca más volvería a ser visto, hasta poco antes del fin del mundo. Pero otra posibilidad es que fuera guardado en el Templo construido por Salomón y que tras su destrucción fuera llevado a Babilionia entre los tesoros saqueados, junto a posiblemente el Arca de la Alianza. Quienquiera que encuentre el precioso objeto —reza la leyenda— se volverá el indiscutido rey del mundo.
El anillo protector de Howard Carter
Howard Carter es el célebre arqueólogo y egiptólogo inglés mundialmente conocido por descubrir en 1922 la tumba del rey Tutankamón. Cuando la presunta «maldición» del faraón comenzó a cargarse a aquellos que osaron profanar se tumba, uno de los principales argumentos en contra de la existencia de tal superstición fue —y es— que el propio Carter no fue afectado por la misma. Pero podría haber una increíble razón para que la maldición se salteara al arqueólogo.
Se dice que Carter llevaba consigo un anillo encontrado en la tumba de un sacerdote llamado Jua, en Asuán, Egipto. El anillo fue comprado en 1860 por el egiptólogo marqués d’Agrain. El objeto tenía figuras geométricas grabadas, tales como líneas rectas y triángulos, ordenadas de acuerdo a principios del conocimiento esotérico. Se suponía que el diseño protegía a su portador de peligros, maldiciones y magia negra.
Hoy en día es conocido como «el anillo de Ra» y se cree que originalmente fue ideado —en base a principios radiónicos— por los sabios de la Atlántida, tierra mítica desde donde habrían procedido los primeros «dioses» y «semidioses» que gobernaron el Egipto predinástico en tiempos inmemoriales.
Carlomagno y el anillo encantado
El emperador Carlomagno se enamoró, siendo ya viejo, de una muchacha alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído de ardor amoroso y olvidado de la dignidad real, descuidaba los asuntos del Imperio. Cuando la muchacha murió repentinamente, los dignatarios respiraron aliviados, pero por poco tiempo, porque el amor de Carlomagno no había muerto con ella…
El Emperador, que había hecho llevar a su aposento el cadáver embalsamado, no quería separarse de él. El arzobispo Turpín, asustado de esta macabra pasión, sospechó un encantamiento y quiso examinar el cadáver. Escondido debajo de la lengua muerta encontró un anillo con una piedra preciosa. Ni bien el anillo estuvo en manos del clérigo, el bello cuerpo de la muchacha comenzó a descomponerse rápidamente. Ante esta situación, Carlomagno se apresuró a dar sepultura al cadáver y —delatándose el poder mágico del anillo— volcó su amor en la persona del arzobispo. Para escapar de la embarazosa situación, Turpín arrojó el anillo al lago de Constanza. Carlomagno entonces se enamoró del lago Constanza y no quiso alejarse nunca más de sus orillas.
El anillo del Kan de Kanes
Los historiadores siempre se han preguntado cómo un hombre carente de educación fue capaz de unificar a las tribus nómadas del norte de Asia, fundando el primer Imperio mongol que, tras innumerables conquistas militares se convertiría eventualmente en el imperio contiguo más extenso de la historia. Algunos piensan que el inmenso poder del Kan provenía de un enigmático anillo decorado con un rubí. Pero no era una piedra preciosa cualquiera la que coronaba el anillo, grabado en ella había un símbolo místico hindú que muchos han asociado con Hiperbórea, el continente perdido.
El símbolo en cuestión es la esvástica destrógira o cruz fylfot, la cual se cree, en el hinduismo y otras religiones antiguas, tiene efectos positivos. A principios del siglo XX el nazismo adoptó la cruz esvástica como emblema y ―a raíz de la Segunda Guerra Mundial― en Occidente se identifica mayoritariamente como un símbolo exclusivamente del Tercer Reich, desconociéndose prácticamente su uso prenazi. En cuanto al anillo, los arqueólogos y políticos lo siguen buscando en la actualidad. Se cree que su último portador fue Kublai Kan, el nieto de Gengis.
FUENTE: http://mysteryplanet.com.ar/
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