martes, 8 de septiembre de 2015

El Aura o efecto Kirliano


Modernamente se ha descubierto que toda persona tiene una envoltura energética asociada y consecuencia de su propio metabolismo y los científicos han diseñado equipos muy especiales dotados de sensores, conversores de frecuencias y longitudes de onda los cuales registran, analizan y visualizan los parámetros más importantes de esta radiacion de cuya observación se puede saber no solo el estado biológico sino también el emocional de la persona investigada. ¿Podrá de esta manera explicarse por qué los retratistas antiguos al pintar a personas de reconocida santidad coincidían en dibujarle una aureola luminosa en torno a la cabeza?.

Probablemente uno de los mayores enigmas que podamos afrontar es el relacionado con el funcionamiento de nuestro propio cerebro. La actividad de este órgano vital es tan compleja que la mayoría de sus facetas escapan aún de toda explicación científica. Las células que componen el cerebro son de un tipo muy especial y se llaman neuronas; todas las neuronas son diferentes entre sí ¡NO EXISTEN DOS NEURONAS IGUALES !.


Pudiéramos comparar cada neurona con una complejísima industria electroquímica.

Cada una de estas células posee una serie de conductos o filamentos que se ramifican como las ramas de un árbol y se llaman DENDRITAS; con ellas las neuronas se enlazan unas a otras de manera que una misma neurona puede estar conectada a decenas de otras neuronas en su entorno. Usando nuestros modelos actuales pudiéramos comparar cada neurona con un circuito integrado, las llamadas “pastillas” empleadas en electrónica y computación.

Los investigadores no creen que exista una relación directa entre la cantidad de neuronas y la inteligenccia o la capacidad intelectual; todos tenemos en nuestro cerebro entre 10 mil y 15 mil millones de estas neuronas y si bien pueden haber diferencias entre personas en cuanto al volumen o peso de sus masas cerebrales nada de esto define la inteligencia ni las potencialidades intelectuales que –según se supone- sí se relacionan con la cantidad y tipo de enlaces que cada neurona establece mediante las dendritas con las que están a su alrededor. En una persona normal la cantidad de enlaces entre neuronas es una cifra cercana a 10 elevado a la potencia 100 . . . y esta, un 10 con cien ceros a la derecha, es ya por sí misma una cifra dificilísima de imaginar!.

La actividad de todo el cerebro, neurona por neurona, es de tipo electroquímico, y cuando el cerebro está funcionando (y siempre está funcionando) se producen unas radiaciones electromagnéticas, unas ondas, a consecuencia de su propio trabajo.

Experimentos encaminados a medir estas ondas cerebrales han demostrado que su frecuencia es miles de veces más alta que la mayor que se obtiene en los equipos electrónicos actuales. Entonces nuestro cerebro pudieramos considerarlo, desde este ángulo, como un equipo transmisor que utiliza una frecuencia super-super-super alta; y de esta forma puede intentarse la explicación de otro fenómeno desconcertante que es la telepatía.


Telepatía: Es la capacidad que poseen ciertos seres vivos en determinadas condiciones, de comunicarse o transmitir imágenes, pensamientos, sensaciones o cualquier otro tipo de impulso mental a distancia dirigido a alguna persona

Como regla general nosotros sólo empleamos el 10 % de nuestra capacidad cerebral; ni los grandes sabios o genios logran irse muy lejos de esa cifra. Tal lo demuestra el caso de un reconocido bacteriólogo que a la edad de 46 años sufrió un severo derrame que le inutilizó totalmente el hemisferio derecho de su cerebro; de esa forma y con la mitad de su cerebro destruido vivió 27 años más y fue precisamente en esa etapa de su vida que realizó su principal descubrimiento científico: La vacuna contra la rabia. Nos referimos al sabio francés Luis Pasteur.

Desde los años 60 un matrimonio de investigadores checoeslovacos se interesó por el tema de las ondas cerebrales, y después de muchos tropiezos y dificultades lograron diseñar y construir un equipo al que llamaron -MARADECUNDO- basado en el conocido principio físico de la “BOBINA DE TESTA” que debía permitirles obtener fotografías de esta invisible energía que emana nuestro cerebro.


Pero, cual no sería el asombro de esta abnegada pareja, cual no sería el desconcierto de los Dres. Semión D. y Valentina Kh. Kirliam cuando pusieron a funcionar su equipo y comprobaron que esa energía radiante ( a la que también se le llama “aura”) era producida no sólo por el cerebro sino que en mayor o medida salía de todo el cuerpo; y que además no era una exclusividad humana pues ellos ensayaron con animales observando que estos también la irradiaban; y hasta más, probaron incluso con plantas obteniendo resultados asombrosos que fueron plasmados en un informe rendido por ellos ante la Universidad Estatal de Kazajstán y en el cual no hay alusión alguna a fuerzas sobrenaturales ni místicas.

De este modo aunque a primera vista la emisión de este tipo de frecuencias aparece como consecuencia del funcionamiento metabólico de todos los organismos vivos, válganos aclarar que los resultados más significativos fueron los que lograron con seres humanos y en especial los estudios que realizaron llevando frente a su cámara las manos de personas que gozaban de gran prestigio como “curadores” con sus manos. Sorprendentemente las “auras” de estas manos eran bien distintas en su intensidad y estructura a las de las manos de personas normales y se prolongaban facilmente hasta los cuerpos de otras personas junto a ellas.


Ya hoy son frecuentes hasta los videos en que se muestran aplicaciones y resultados de esta cámara que en honor a sus creadores se le llamó CÁMARA KIRLIANA.

Las experiencias realizadas con vegetales han conducido a puntos muy controversiales.

En la Cámara Kirliana la energía proveniente del cuerpo que se analiza aparece como una luminosidad; ya hoy se le adicionan a las cámaras decodificadores y conversores computarizados de frecuencias que permiten visualizar en diferentes coloraciones los distintos tipos de radiaciones.


Asi, por ejemplo, el color ROSADO identifica a los afectos más puros,

El AZUL los sentimientos de devoción,

El PARDO OSCURO el egoísmo,

El ESCARLATA los estados de cólera,

El ROJO la sensualidad,

El GRIS miedo, temor o inseguridad,

Las MANCHAS NEGRUSCAS odio y malos sentimientos.

El AURA era ya reconocida por los antiguos egipcios que le llamaban “KA” y la representaban como una luz abandonando el cuerpo de una persona en el instante de fallecer.


El AURA es un componente importantísimo en todas las religiones. Usted se habrá fijado, por ejemplo, como las imágenes religiosas se representan con una especie de luminosidad que puede ser en torno a la cabeza o a todo el cuerpo.

Esta aureola luminosa en torno a las imágenes de contenido místico no es una exclusividad cristiana pues aparece también en las pinturas budistas de la “época temprana” asi como igualmente en representaciones persas e hindúes de gran antiguedad. Esa LUZ ESPIRITUAL siempre ha estado presente como símbolo de lo sagrado. Los espiritualistas esotéricos u ocultistas de diferentes escuelas siempre han planteado que esa luminosidad era la representación gráfica de un hecho real, que el cuerpo humano está compuesto no solo por la estructura orgánica carnal sino también por un segundo cuerpo llamado “energético”. “etéreo” o “aura” íntimamente ligado al cuerpo carnal.

Hoy los investigadores de estos fenómenos estiman que esa “luminosidad” no es un simple recurso técnico del pintor que hizo el cuadro para resaltar la figura, sino que pudiera ser que estas personas fueran tan excepcionalmente buenas que tuvieran un aura muy fuerte a consecuencia de su extrema bondad, y que esta aura –dada su especial intensidad- pudiese ser apreciada (aun subconcientemente) por la mayoría de quienes le conocían.

Hoy por hoy la objetividad y reproducibilidad de los registros de estas CÁMARAS KIRLIANAS ha disparado la imaginación de espiritualistas y excepticos asi como también de teósofos y científicos.

FUENTE: https://dimensioncero.wordpress.com

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