Los hombres lobo poseen una vasta mitología. Sus leyendas son tal vez más antiguas que las de los vampiros, aunque de hecho compartan con ellos muchos rasgos en común.
La popularidad del supuesto cráneo de licántropo fue dispersada por Filip Ganev, historiador que se encontraba trabajando en Novo Selo, Macedonia. Allí conoció a un granjero búlgaro llamado Trayche Draganov, quien le reveló este excepcional descubrimiento.
El granjero sostuvo haber encontrado el cráneo del licántropo mientras araba en sus campos. Si bien esto le causó un fuerte sobresalto, las historias de hombres lobo en aquella zona son tan comunes que el hecho fue admitido con total naturalidad por parte de los lugareños.
El cráneo del licántropo se asemeja bastante a lo que uno podría esperar de un primate grande, lo cual no hizo más que confirmar el carácter vernáculo de la criatura. En la región de Grecia, este tipo de criaturas son conocidas desde hace milenios.
Si alguien nos interrogara acerca de los rasgos típicos del hombre lobo probablemente diríamos que se trata de un hombre que, según las fases de la luna, puede convertirse en lobo. Esto no es tan sencillo en Grecia.
Los licántropos de aquellas tierras poseen propiedades asombrosas. Ningún mortal puede convertirse en hombre lobo sin antes pasar por una etapa previa, muy similar a lo que actualmente consideramos como vampiro.
La criatura es conocida como Varkolaco; similar a un lobo antropomórfico, al menos a la vista. En esencia podríamos decir que se trata de un híbrido entre un vampiro y hombre lobo.
Filip Ganev fotografió el cráneo del licántropo y realizó distintas consultas con especialistas. Al parecer, no se trata del cráneo de un animal conocido; aunque existe la posibilidad de que perteneciera a un lobo común y corriente con la enfermedad de Paget, lo cual hizo que su cráneo aumentara considerablemente de tamaño.
Este detalle no deja de ser curioso: antiguamente se creía que las personas con malformaciones óseas podían convertirse en hombres lobo. Hoy observamos esos mismos registros óseos y la primera teoría que se nos ocurre para explicarlos es la posibilidad de que pertenezcan a un licántropo.
Vale aclarar que el cráneo del hombre lobo fue desenterrado dentro de un cofre cerrado firmemente con una cadena; lo cual certifica la tradición macedonia, griega y búlgara de que esta es la única forma de que el alma del licántropo no se disperse sobre quienes le han dado muerte.
El Varkolaco, decíamos, está fuertemente relacionado con los vampiros.
La transformación no se produce de inmediato, y menos aún de forma abrupta. Los vampiros de vida agreste (así como el alma de los suicidas), alejados de las aldeas, poco a poco van mutando hacia una especie de criatura semejante a un lobo.
En estas condiciones, el vampiro cae frecuentemente en trance; es decir, largos períodos en los que su consciencia abandona el cuerpo físico.
Al regresar, verifica que su cuerpo está realmente agotado. Padece intensos dolores, sobre todo musculares, como si hubiera corrido cientos de kilómetros sin descanso.
Esto marca la última fase de la transformación. El vampiro se convierte en Varkolaco: híbrido diabólico con un particular apetito por los cadáveres.
FUENTE: http://elespejogotico.blogspot.mx/
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