Estos días hemos publicado sobre el Cambio Climático debido a todo lo que ha estado ocurriendo y que puede causar un desastre a nivel mundial, hay lugares en la red donde se dice que es un simple invento pero ponte a pensar el porqué este cambio tan brusco del clima, hay factores interesantes que se pueden prevenir si todos apoyamos.
Continuamos con este reporte especial...
El agujero de ozono sí influye en el cambio climático
Desde hace ya bastantes años, un par de asuntos de corte medioambiental aparecen cada cierto tiempo en las noticias. Uno de ellos es el agujero de la capa de ozono situado sobre la Antártida y el otro el cambio climático. A pesar de los esfuerzos llevados a cabo por los científicos y los comunicadores que nos dedicamos a divulgar estos temas, por aclarar que se trata de cosas distintas, son muchas las personas que se han quedado con la idea de que ambas están relacionadas de forma muy directa.
Recientemente, al finalizar una charla en Santander sobre cambio climático, una persona del público me preguntó si la reducción que comienza a detectarse en el famoso agujero de la capa de ozono, y que en principio se ve como una noticia positiva, no iba a contribuir positivamente al calentamiento global, ya que dicho gas contribuye al efecto invernadero, cosa cierta esta última aunque con matices. Gente menos versada en estos temas llega a mezclar churras con merinas, echando la culpa del cambio climático “al agujero ese” que hay en la Antártida y que hemos provocado las personas con los sprays.
Para ponernos las cosas un poco más difíciles a los divulgadores científicos, un par de recientes investigaciones ha establecido sendas conexiones entre las variaciones en la concentración del ozono estratosférico que hay sobre la Antártida y el devenir del clima terrestre. Bien es cierto que la manera en que puede establecerse la relación del “agujero” con el cambio climático y la fase cálida actual es diferente a como suele establecerla el público en general, cuya principal fuente de información son las noticias que salen en los medios y cuyo tratamiento no siempre es el más adecuado.
Un primer grupo de investigadores, dirigidos por el científico Darryn W. Waugh, de la Universidad Johns Hopkins (EEUU), ha detectado cambios en la corriente oceánica circumpolar antártica, inducida a su vez por un fortalecimiento de los vientos superficiales del Oeste que soplan con furia alrededor del continente blanco, y que se han podido relacionar con la disminución del ozono estratosférico detectada por primera vez a finales de la década de los 70’s. Como consecuencia de ello, los intercambios de agua fría y profunda con el agua cálida y superficial se han empezado a alterar en el hemisferio sur –un hemisferio eminentemente oceánico–, y ello podría tener importantes repercusiones climáticas, dado el importante papel que desempeña el sistema global de corrientes (conocido también como la “cinta transportadora oceánica” o la “circulación termohalina”) en el transporte de calor. En palabras de Waugh: “Esto es importante porque los océanos del sur tienen un papel relevante en la absorción de calor y dióxido de carbono, por lo que los cambios en la circulación oceánica del sur tienen el potencial de cambiar el clima global.”
La segunda investigación ha sido llevada a cabo por un equipo de la Universidad de Penn State, en Pennsilvania (EEUU), y en este caso la conclusión a la que ha llegado es que la pérdida de ozono sobre la Antártida es el factor que más ha contribuido en el desplazamiento hacia el sur de la corriente en chorro polar del hemisferio austral. Lo hizo más que el aumento de la concentración en la atmósfera de los gases de efecto invernadero, con el CO2 a la cabeza, que a lo que sí que contribuyeron más es a forzar un desplazamiento hacia el Ecuador de los vientos del Oeste que soplan en latitudes medias del hemisferio norte.
Este tipo de investigaciones y otras muchas que se han llevado a cabo en los últimos años bajo el paraguas del cambio climático, ponen de manifiesto la extraordinaria interrelación existente entre los diferentes subsistemas (atmósfera, hidrosfera, criosfera, litosfera, biosfera) que forman el sistema climático y todo lo que en ellos acontece. Su extraordinaria complejidad tira por tierra la excesiva simplificación utilizada a la hora de establecer supuestas relaciones causa-efecto, como la del agujero de la capa de ozono y el cambio climático.
El campo magnético y el clima
Hace una década, Henrick Svensmark, un científico danés, sugirió que los rayos cósmicos ayudan a la formación de nubes. Las partículas cargadas, o rayos cósmicos bombardean constantemente la Tierra. Estamos protegidos de los rayos cósmicos por los campos magnéticos del sol y de la Tierra. El campo magnético de la Tierra es más débil que el del sol. Cuando estos campos son fuertes, llegan menos rayos cósmicos a la Tierra.
Las nubes no surgen de la nada. El vapor de agua de la atmósfera forma gotas por condensación alrededor de pequeños núcleos. Hay algunos indicios de que las partículas cargadas eléctricamente en la atmósfera, o iones, son una parte importante en este proceso de nucleación. Se sabe que los rayos cósmicos son una fuente para la ionización de la atmósfera. Siguiendo esta hipótesis, cuando los campos magnéticos del sol y/o de la tierra disminuyen, se deberían formar más nubes, lo que daría lugar a un enfriamiento del clima.
En un artículo publicado en 2009, Is there a link between Earth magnetic field and low-latitude precipitation?, se presentan registros del clima que se remontan a 5.000 años y que parecen mostrar una estrecha relación entre la precipitación en los trópicos y los cambios en el campo magnético de la Tierra.
El campo magnético de la Tierra varía considerablemente y en los últimos 1.500 años se ha debilitado. El artículo muestra una correlación entre esta variabilidad, y, más recientemente, el descenso, del campo magnético de la tierra y los cambios en los patrones de precipitaciones en el trópico, extraídos de las estalagmitas de dos cuevas en Omán y en China, como se ve en la figura. El porcentaje de isótopo de oxígeno de las estalagmitas que crecen del suelo fangoso de estas cuevas contiene información del clima del pasado, incluyendo la pluviosidad local.
De acuerdo con recientes estudios, lo que está sucediendo con el campo magnético o geomagnético es que sus polos, que difieren de los polos geográficos por unos cinco grados, se están invirtiendo. Un proceso que, aunque no tiene un ciclo definido, ya ha ocurrido varias veces en la historia de nuestro planeta y que puede tener efectos que van desde cambios en el funcionamiento de los dispositivos de comunicación hasta alteraciones en el comportamiento de algunos animales.
Para entender el campo magnético terrestre es necesario, primero, considerar a la Tierra como un gigantesco imán, en el que las fuerzas magnéticas son generadas por el núcleo del planeta, que actúa como un dínamo: un núcleo interno sólido, compuesto en un 99 por ciento por hierro, y un núcleo externo, también de hierro, pero en estado líquido, que interactúan el uno con el otro, produciendo diferentes fuerzas, presión y roce.
Así lo explica el astrofísico colombiano Santiago Triana, del Observatorio Real de Bélgica, y quien ha estudiado en detalle el comportamiento del corazón de la Tierra: “El núcleo es un conductor en movimiento, y según la ley de inducción de Faraday, al estar inmerso en un fluido, interactúa con el campo magnético y lo modifica. Estos campos, además, afectan el movimiento del conductor, cambiando su fuerza y su dirección”, indica Triana, y agrega que, en el caso de los fluidos, no se puede definir muy bien qué afecta a qué ni en qué momento, porque el ciclo se repite indefinidamente.
Afirmar que los récords de nieve no son consistentes con un mundo más caliente revela desconocimiento de la relación entre el calentamiento global y las precipitaciones extremas. El calentamiento provoca una mayor humedad de la atmósfera, lo que conlleva episodios de precipitación más abundantes y extremos. Esto incluye tormentas de nieve más fuertes allí donde se dan las condiciones para ello. Lejos de contradecir el calentamiento global, las nevadas récord son anunciadas por los modelos climáticos y consistentes con la expectativa de episodios de precipitación más extremos.
La precipitación es de nieve cuando la temperatura se encuentra en el margen de -10 ºC a 0 ºC. El calentamiento global reduce la probabilidad de presentación de estas condiciones en las regiones cálidas. Pero en las regiones más frías la temperatura es a menudo demasiado fría como para producir tempestades de nieve importantes, por lo que el calentamiento global promueve un mayor número de condiciones para la precipitación de nieve. Esto resulta una vez más confirmado por las mediciones. A lo largo del siglo pasado estos fenómenos se han ido reduciendo paulatinamente en el medio Oeste, el Sur y la costa Oeste, mientras que se ha observado una tendencia creciente de las tormentas de nieve en el medio Este y el Noroeste, siendo positiva la tendencia general de la media nacional .
Afirmar que las nevadas récord son inconsistentes con el calentamiento global revela desconocimiento de la conexión entre calentamiento global y episodios extremos de precipitación. A nivel global, la temperatura media de la Tierra se ha situado, en los últimos meses de nevadas, entre los más cálidos medidos. El calentamiento provoca un aumento de la humedad del aire, lo que conlleva un mayor número de episodios extremos. Esto incluye tormentas de nieve más fuertes en regiones con condiciones favorables. Lejos de contradecir el calentamiento global, las nevadas récord son predichas por los modelos climáticos y consistentes con las expectativas.
FUENTES: http://www.conec.es http://cambioclimaticoenergia.blogspot.mx https://ustednoselocree.com
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