En la actualidad el concepto de Dios hace parte de la filosofía tanto como de la religión. Se trata de un ser supremo, poderoso, omnisciente y omnipotente que puede cambiar a su antojo el diseño del universo y las vidas de todos y cada uno de los seres de este mundo.
En tiempos antiguos las cosas no eran así. Las deidades eran casi humanas, débiles y vulnerables, solían bajar a la tierra y hacer de las suyas. Muchas de estas antiguas leyendas (y en particular la de los Annunaki) han llevado a algunos a considerar que las deidades de las primeras civilizaciones no eran entidades meramente espirituales, sino verdaderas criaturas que bajaron a la tierra y habitaron con los seres humanos. Fuesen extraterrestres o miembros de alguna especie terrestre ancestral, serían ellos quienes estarían en la base de la creación.
En este artículo hablaremos de una de las más interesantes de aquellas deidades. Llamada Nammu, es la primera deidad suprema que se encargó de la creación del mundo y la madre de las posteriores tradiciones incluyendo la judeocristiana, de la que hoy somos herederos.
2. La Madre del Mundo
En el mito original, Nammu dio a luz al cielo (An), la tierra (Ki) y los demás dioses que representan el Apsu, el gigantesco océano de agua dulce que los sumerios creían que existía debajo de la superficie terrestre. Como una madre, había dado a luz todas las cosas que componen el mundo, pero la creación del hombre no le correspondería a ella.
Sería Enki, el padre y salvador de la humanidad, quien creara a los hombres para que poblaran la tierra. Ya en tiempos de Babilonia el mito se habría trastocado y Marduk crearía todo el mundo a partir del cadáver de Nammu, llamada ahora Tiamat. La guerra entre estas dos entidades reflejaría el conflicto entre el bien y el mal, y cómo el bien triunfó y logró crear el mundo. Fue entonces cuando la diosa madre desapareció de la Historia.
La tradición judía (y luego sus herederas, las tradiciones cristiana e islámica) profundizarían en la negación de la Diosa Madre, que ahora ni siquiera haría parte de las leyendas fundacionales. Pero Nammu no sería olvidada: en el siglo XX sería de nuevo recordada a partir de antiguos relatos sumerios.
3. Las particularidades de Nammu
Lo más interesante, sin lugar a dudas, es la manera como los antiguos sumerios (y en particular los sacerdotes de la ciudad de Ur) describen a la diosa Nammu como una mujer desnuda, con los pechos descubiertos y cabeza de serpiente. En una de las pocas representaciones que nos han quedado de ella aparece en el acto de amamantar a un niño con una figura que se asemeja bien poco a la de un ser humano.
Quienes vean la foto entenderán a lo que me refiero. Resulta interesante el porte reptiliano de la deidad, más cuando se supone que tenía “cabeza de serpiente”. ¿Cómo se vincula todo esto con la teoría de los reptilianos?
Como recordarán, hace algunos meses hablamos en este mismo portal de la supuesta entrevista que le había sido realizada a una reptiliana llamada Lacerta que aceptó mostrarse ante él con su verdadero rostro y responder algunas preguntas. De acuerdo con la información que allí aparece los reptilianos serían una raza significativamente más antigua y desarrollada que los seres humanos, pero también de evolución más lenta, y que habría interactuado con nuestros antepasados. Aunque en la entrevista no se afirma específicamente que fueron ellos quienes crearon el mundo o enseñaron la civilización a los primeros pobladores de Mesopotamia, no cabe duda de que la posibilidad resulta interesante.
Y más si nos fijamos en lo recurrente que parece ser esta imagen: en innumerables culturas alrededor del mundo nos encontramos con la idea de la deidad hecha reptil.
La serpiente cristiana, antes de la maldición divina, tenía brazos y piernas.
5. Una figura recurrente
En la misma tradición judeocristiana hay una importante alusión a la Serpiente, en este caso representación del mal y culpable de la caída en desgracia de los seres humanos y su expulsión del paraíso. Hay que tener en cuenta que cuando la serpiente es maldecida por Dios se le condena a “andar sobre su vientre”, lo que indica que originalmente tenía brazos y piernas (algo que atestiguan muchas pinturas medievales). Esta es una de las muestras más visibles, pero no la única:
En América vemos varios casos. En primer lugar está Quetzalcóatl, La Serpiente Emplumada, dios de la civilización y la sabiduría, que se suponía algún día regresaría del oriente (cabe aclarar que en este caso se trata de alguien de género masculino). Más al norte, los Hopi (conocidos por sus profecías) hablan de los Sheti, los “hermanos serpiente” que viven bajo tierra, una creencia que comparten varias tribus norteamericanas. Y entre los Muiscas de Colombia, la diosa madre Bachue se convirtió en una serpiente al desaparecer en las aguas de la Laguna de Tota.
Bachué convirtiéndose en serpiente y entrando a lo profundo de las aguas
En Asia, en particular en la región del Medio Oriente, también vemos aparecer bastante a la figura reptiliana: la anomalía aquí es el Lejano Oriente, en donde no encontré información relativa a una figura semejante.
Sin embargo, la constante aparición de la figura reptiliana como creadora del mundo, de la sabiduría o la civilización causa cuanto menos curiosidad. ¿Podríamos compartir la Tierra con una raza de cuya existencia no somos conscientes?
FUENTE: http://misterios.co/
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