domingo, 12 de septiembre de 2010

BRUJAS

B R U J A S

El tema de la brujería es tan sumamente rico y tan ramificado en multitud de aspectos culturales que se tiende a explicarlo con simplificaciones excesivas. Desde que la Inquisición adormeció a Europa con sus fatídicas hogueras, la falsa relación entre brujería y satanismo va de mente en mente como moneda de así mismo falsa, hasta el extremo de que ambos términos acaban significando lo mismo.

La verdad es que un brujo o bruja puede ser diabólico o no. La brujería o magia es anterior y más universal que el concepto satánico y se encuentra instaurada en el alba de todos los pueblos.

Las brujas tradicionales fueron herederas de la flama oscura del conocimiento antiguo el cual había pasado a través del tiempo, desde los primeros albores de la humanidad primaria y por lo cual se hacían notorias porque rondaban por las noches en forma de animal.
En ciertos lugares de las Tierras Eslavas, se dice que cuando la luna llena brilla, las brujas se reúnen ahí para hilvanar o tejer encantamientos y cualquier viajero que pase puede ser hechizado y lanzado en un sopor de embrujo. Se dice que en la Noche de San Jorge si una doncella se aventura a pasar por esos cruceros de caminos, puede conjurar la forma de su futuro esposo si se peina el cabello al revés y se pica el dedo menor de la mano izquierda, de las tres gotas de sangre que caen sobre la tierra se levantara la forma espectral de su futuro esposo.


El origen de la brujería se sitúa en el Paleolítico, si bien su harmonización constituye un largo proceso ligado al proceso evolutivo humano. Al nacimiento de la conciencia natural siguió la creencia de poder influir en uno u otro sentido. Atraer los espíritus benevolentes y conjurar los espíritus hostiles de la naturaleza, base del ritual, supuso no sólo la admisión de estas esencias, sino el germen de la religión primaria. La representación de un hechicero cornudo y cubierto de pieles en la caverna prehistórica de Ariege (Francia), es considerado el vestigio más antiguo de un ritual religioso, no es un eslabón perdido, sino parte de la cadena de evidencias que dan fé de la extensión de esta manifestación mística.

La identificación de la brujería con la herejía se produjó en 1258 y el autor de esta iniciativa, el Papa Alejandro IV, decidió que la Inquisición se hiciera cargo de los procesos. En 1484, el Papa Inocencio VIII promulgaba una bula contra los delitos de brujería en Alemania, comienzo de la sangrienta persecución que asoló Europa.
A mediados del siglo XVII, en plena guerra civil inglesa, la fiebre persecutoria llevó a la hoguera a centenares de brujos. Las acusaciones delos hijos de un clérigo de Salem (1692) llevaron a la horca a diecinueve personas.
La última quema de brujos tuvo lugar en México (1877), donde fueron ajusticiados cinco acusados.
Según la tradición cristiana la tendencia al mal de la brujería es indiscutible. Los brujos y brujas pueden hechizar a los demás, disponer talismanes de terroríficos efectos y componer filtros de amor. Tienen la capacidad para matar a distancia bien atravesando con alfileres la imagen de cera de la víctima o derritiendo ésta a fuego lento. Mientras el brujo se entrega a la alquimia y la astrología, corresponde a la bruja el dominio de las técnicas no sin el cumplimiento de algunos requisitos. Además de vivir amancebada con Satán, suele hallarse acompañada de un animal proporcionado por éste, con apariencia común de gato, lobo o búho, que les suele acompañar a la realización de los Sabbat.

Sus lagrimales están secos y como mucho podrá derramar tres lágrimas en circunstancias singulares. En su cuerpo existe una marca de nacimiento de color azul e insensible al dolor. Esta visión parcial y unilateral de la brujería se completa con otras creencias similares: además de transmitir el mal de ojo, la bruja está dotada para transformar a las personas en animales. Sus encantamientos carecen de límites. La leyenda de su capacidad flotadora en pozos y corrientes de aguas llevó a muchas brujas a morir ahogadas.

Frente a la brujería, la sabiduría popular ha creado innumerables escudos protectores, perfeccionados en muchos casos por los propios brujos y brujas, conocedores de los efectos de los hechizos y, por tanto de las causas. Respecto de la realidad demostrada de la naturaleza de esos malefícios, encantamientos y conjuros destinados a alterar nuestro comportamiento, fortuna o destino, sólo con creer en ello no es suficiente.
Desde los procedimientos legendarios para influir en favor de las cosechas a la práctica más reciente de utilizar talismanes, oraciones o amuletos, las supersticiones abarcan todo género de fórmulas y trucos con distintos fines. Hoy resulta muy difícil encontrar la típica herradura usada recomendada en otras épocas para preservar del mal de ojo a los moradores de las casas, pero un sencillo colgante de coral, surte el mismo efecto, igual que llevar un ajo en el bolsillo. No obstante la posibilidad de recurrir a fórmulas más acordes a nuestra formación cultural y estilo de vida, hará más creíble y eficaz la protección. Los hechizos pueden ser devueltos a su origen o bien absorbidos y descargados.
Las muñecas contienen un elevado significado mágico y sirven asi mismo de protección. Las fotografías también ayudan a contrarrestar influjos negativos, ya sean del emisor, ya sean del receptor. En este sentido existe un devastador efecto de retorno, a veces de fuerza negativa triplicada, contra la persona causante del maleficio.
Un viejo axioma de la brujería determina que el mal que deseamos para otros se vuelve inexorablemente contra quien lo promueve.

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