domingo, 12 de septiembre de 2010

RELATOS INCREIBLES DE TERROR

RELATOS INCREIBLES DE TERROR


La mujer que bailó con el diablo I


Cuentan que por donde está la bomba de agua vieja, ahí en el centro,
vivió una señora, que de joven fue muy hermosa. Y que un día hubo un
baile, pues seguido se hacían bailes, y esta joven, que era muy coqueta
con los hombres, y que sabía que era muy bella y que se fijaban en ella, fue
al baile, porque no se perdía ninguno (y mi abuelita tampoco, ella también
estuvo en el baile y lo cuenta). Ella, la joven, tenía su pretendiente,
que era uno de los jóvenes más guapos de por aquí, pero ella era muy
vanidosa. Y al baile aquel entró, de repente, un joven que nadie conocía.
Dicen que no tenía comparación de guapo y de lo caballero que era.
Pues a esta mujer le llamó la atención y, por asegurarla con él desairó
a su novio. Entonces, él la sacó a bailar, y dicen que era de admiración,
cómo bailaba esa hermosa pareja. Pero cuando terminó la pieza, ella dijo
que toda la noche quería bailar con él y dejó a las otras muchachas sin
oportunidad de acercarse al desconocido. Y anduvo baile y baile, hasta
que empezó a sentir mucho calor y como que giraban muy rápido en las
vueltas. Y, de pronto, ella cayó al piso; pero ya no estaba el muchacho,
sólo ella, tirada. Entonces, fueron a ver qué tenía. Y estaba desmayada;
pero en la espalda tenía el dibujo de las manos de él, en una quemada
muy fuerte, y en sus ojos se le quedó un brillo, como rojo, que hacía que ya
no se viera tan bonita. Y así se quedó: quemada y con los ojos raros, porque
el joven ese era el diablo que se la había querido llevar.
Josefina Coronado, 47 años, ama de casa, Matehuala,
S. L. P., 1° de abril de 1994.

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La mujer que bailó con el diablo II

Era una chica muy bella, de las que eran coquetas con los hombres. Y un
día que estaban en un baile, la sacó a bailar un muchacho, que no era
guapo, pero que la pretendía, y ella le dijo que prefería bailar con el diablo
que con él. El muchacho se fue afligido, porque estaba enamorado de esa
muchacha tan bella. Un rato después, se le acercó a la muchacha un joven
muy guapo, como no se veían por ahí, y la invitó a bailar. Y cuando
estaban bailando, la ropa de ella empezó como a quemarse, y a él le crecieron
las uñas y le comenzaba a rasguñar la espalda; pero la muchacha no se
quejaba, parecía que disfrutaba el baile: la pareja giraba y giraba, cada vez
más rápido, hasta que todos los que estaban ahí vieron, entre humo, cómo
se desvanecía la figura de la muchacha, hasta quedar su ropa en el suelo.
Muchos dijeron que habían creído que estaba loca, porque, después
de bailar con un desconocido muy guapo, la habían visto bailar sola. La
gente quedó muy espantada de aquel baile en el que el diablo, en forma
de galán, se había llevado a la muchacha.
Jorge Elorza Villaseñor, 22 años, aprendiz de mecánico,
Mier y Noriega, N. L. [grabado en Doctor
Arroyo, N. L.], 2 de abril de 1994.

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El hombre que bailó con el diablo
Era un muchacho, ya grande, que fue a un baile y estuvo bailando con
una muchacha. Y estuvo muy contento, como picado por la muchacha
aquella. Y, ya al final, le dijo que, si quería, la llevaba a su casa; pues
porque al hombre le había gustado la muchacha. “Bueno”, le dijo ella. Y
cuando iban pasando por el cementerio, le dijo que ahí en la reja estaba
bien. El hombre no entendía bien lo que pasaba, pero ella se bajó, y el
hombre vio cómo, sin abrir la reja, la muchacha pasaba derechito. Y
alcanzó a ver que se abría una tumba y se metía. Así se dio cuenta que
era una muerta con la que bailó y que era el diablo quien lo había hecho.
El muchacho estuvo enfermo varios días, sin saber de qué. Bueno, pues,
del puro susto.
Francisca Flores de Coronado, 70 años, Matehuala,
S. L. P., 1° de abril de 1994.

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El Callejón del Diablo

La tía Tomasa atendía una taberna, donde los borrachos decidieron perseguir
al fantasma del diablo, que se aparecía por una de las calles de
San Miguelito. Decidieron salir en su busca; no llevaban armas, sólo
una reata, pues uno de ellos era vaquero. Y cuando iban caminando,
salió de entre los matorrales un animal raro; ellos lo persiguieron y lo
apedrearon. Sólo se oían los gritos de los hombres y los chillidos del
animal. Por fin lo pudieron lazar y, después de luchar contra esa especie
de cerdo, lo dejaron tirado en un corral y ellos volvieron con la tía
Tomasa a contar su hazaña. Mostraron sus ropas manchadas con sangre
y con el olor a azufre que despedía el fantasma. Muchos colegas y
amigos salieron a acompañarlos al corral para ver aquel animal, pero
cuando llegaron sólo encontraron una grieta honda en el suelo.
El fiero animal sigue apareciéndose y recorriendo las calles, y se esconde,
según dicen, en una noria abandonada. Actualmente, la calle se
llama Fernando Samarripa, pero todo el mundo la conoce como El Callejón
del Diablo.
Francisco Souza González, 57 años, carpintero,
San Luis Potosí, S. L. P., 14 de marzo de 1986.

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