Quienes creen en su existencia lo consideran pariente lejano del orangután que habitó en esta cordillera hace millones de años; y que por las características que presentaría, posiblemente esté emparentado con el Pie Grande, el Yowie y el Kunk. Sin embargo, no existen pruebas concluyentes de la existencia de este primate. Incluso otras investigaciones relacionan al yeti con los osos. En algunos monasterios de Nepal se conservan restos supuestamente pertenecientes al yeti, pero que posteriormente se ha demostrado pertenecen a un tipo de cabra local. Por otra parte es muy dudosa la existencia de simios de semejante tamaño. Quienes lo niegan, como el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, afirman que los primates en general y los simios en particular sólo viven en lugares donde existen frutas todo el año, es decir, en las zonas tropicales. Además no hay grandes primates en las estepas, ni en los pinares mediterráneos, ni en los bosques de coníferas, solo simios de pequeño tamaño al no haber suficiente alimento disponible. Por otro lado, el montañero, periodista y jurista César Pérez de Tudela afirmó haber avistado a la bajada del Annapurna, en 1973, al yeti.
En el año 2008, un grupo de investigación japonés encabezado por el científico Yoshiteru Takashi, líder del proyecto Yeti nipón, recorrió durante 42 días la región de alta montaña Dhaulagiri IV dejando constancia de haber fotografiado presuntas huellas de unos 45 cm de longitud del escurridizo primate. Takashi asegura que volverá a Nepal y al Tíbet durante los próximos años y no dejará el proyecto hasta que su grupo obtenga pruebas fehacientes de la existencia del ser legendario más buscado del planeta. El yeti también es llamado "El Mono Dorado".
Por otro lado, Reinhold Messner, primer alpinista en subir al Everest sin oxígeno, primero en hacerlo en solitario, primero en coronar los 14 ochomiles, considerado el mejor alpinista del mundo, acostumbrado a vivir en la zona, tras realizar un avistamiento dedicó unos años a su estudio y ha escrito un libro sobre el tema, identificando al ser con el jemo o jemong, el oso pardo tibetano, animal nocturno, grande, que puede caminar a dos patas, de color variable, siempre solitario salvo cuando busca pareja o durante la cría, siendo muy temido por su gran fuerza por los habitantes de la zona, ya que ha causado muchas muertes. Otras fuentes señalan lo mismo, se trataría de un oso similar al oso pardo polar noruego de tipo lanudo adaptado a las alturas.
Es de notar que en todos los relatos de avistamientos jamás se menciona más de un individuo. Por ello una objeción muy importante es el hecho que la supervivencia de toda especie requiere la existencia de una población de cierto tamaño, con individuos de diversas edades e incluyendo formas juveniles - que jamás se han referido -, lo que hace muy dificíl justificar un ocultamiento de tal población por un tiempo prolongado, como se asevera.
Supuestas reliquias del yeti en los monasterios budistas
El zoólogo Bernard Heuvelmans lo ha bautizado con el nombre de Dinanthropoides nivalis.
Existen al menos dos tipos de yeti, que pueden ser especies diferentes, razas geográficas o individuos de distinta edad o sexo de una misma especie. Además, entre las centenas de testimonios sobre seres bípedos de la región, algunos, como el mi gö tibetano, corresponden a verdaderos hombres salvajes, que tienen un área de distribución mucho más amplia, puesto que se extienden por las zonas montañosas de toda Asia.
El gran yeti, llamado dzu-teh (chuti) por los sherpas, mide entre 2 y 2,75 metros de altura. Tiene las cejas prominentes. Su pelaje está formado por dos capas: una interna, espesa, de pelo corto rojizo, y otra más suelta, formada por largos pelos grisáceos, pardos o negros. El ADN de una muestra de largos pelos negros recogida en Bután han sido analizada en 2001 en el Instituto de Medicina Molecular de la Universidad de Oxford, con el resultado de que no se ha podido identificar el animal del que procede. Sus huellas miden más de 30 centímetros.
Tiene una fuerza descomunal: Existe un testimonio de una pastora que fue atacada y arrojada a un torrente por un gran yeti, que posteriormente rompió la nuca de un yak, le abrió el vientre y devoró el hígado (exactamente igual que los sasquatch de Norteamérica hacen con los ciervos). Vive entre los 3000 y los 4000 metros en el Tíbet y el norte de Nepal, Sikkim y Bután (aunque posiblemente sea el mismo primate gigante que, con distintos nombres, es conocido en el sur de China y por todo el sudeste asiático). Al parecer, dos lamaserías del Tíbet conservan ejemplares momificados de este animal. Probablemente está emparentado con Gigantopithecus, un enorme simio antropoide terrestre de más de 2 metros de altura (conocido sólo por sus dientes y algunos fragmentos de mandíbula descubiertos en la India, Vietnam y China), desaparecido en el pleistoceno medio, hace unos 400.000 años.
El pequeño yeti, llamado yeh-teh o mi-teh (mitre) por los sherpas, es rechoncho y de la talla de un hombre, o algo menor, entre 1,4 y 1,7 metros. Su pelaje es espeso, de color rojizo; algunos pelos, analizados en el Museo de Historia Natural de París, han sido identificados como pertenecientes a un primate desconocido, emparentado con el orangután [Pongo pygmaeus]. Tiene las mejillas cubiertas de pelo marrón, la nariz chata, los labios anchos y los dientes largos. Las manos son grandes. Sus huellas, de aspecto humano, miden unos 25 centímetros de largo por 12 de ancho y tienen 4 ó 5 dedos. (Es posible que los dedos segundo y tercero estén unidos y en las huellas parezcan, como se ha dicho más arriba, un sólo dedo muy grueso.) Aunque generalmente es bípedo, cuando huye corre a cuatro patas.
FUENTES: http://www.escalofrio.com/ https://es.wikipedia.org
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