lunes, 20 de julio de 2015

LEPRECHAUN Y EL MITO DE LA OLLA DE ORO


El mito de la olla de oro proviene de la cultura irlandesa. Según la leyenda, existe en Irlanda una clase de duendes, llamados Leprechaun. Los Leprechaun son de naturaleza dual, es decir, tanto materiales como espirituales, lo que les confiere poderes especiales. Son muy traviesos, por lo que les gusta adoptar la forma de viejos hombrecillos pequeños, que disfrutan particularmente haciendo maldades y poniendo a los humanos a prueba, especialmente haciendo relucir el punto débil de casi todos los hombres: su codicia. Tradicionalmente, su oficio es ser zapateros. Dicen que mientras se mantenga la vista fija en el Leprechaun, éste no puede desaparecer, pero en el segundo que se saca la vista de ellos, se desvanecen.

Los Leprechaun son poseedores de una inmensa fortuna, la cual custodian con dedicación, debido a los esfuerzos de muchos hombres inescrupulosos por tratar de apoderarse de ella.

Otro truco que los Leprechaun usan para engañar a los humanos es, si son descubiertos, ofrecer grandes riquezas para poder escapar. En el momento en que la persona está distraída contando su oro, el leprechaun desaparece, e, instantáneamente, el oro se convierte en cenizas, quedando así la persona como al principio: sin nada.

La leyenda más extendida alrededor del mundo es quizá la de la olla de oro al final del arcoíris. Esta leyenda quizá se basa en que al final de todo arcoíris los colores parecen ser más intensos, como si brillaran, lo que hacía pensar a las personas que sólo el resplandor del oro podía hacer tan luminoso el final del arcoíris.


Cuenta la leyenda que una vez un pobre granjero irlandés escuchó el sonido de un martillo, mientras trabajaba en su pobre granja. Movido por la curiosidad, fue a ver detrás de unos arbustos, desde donde provenía el ruido. Cuando se asomó, no pudo creer lo que vio: un Leprechaun forjando monedas de oro con su martillito. Rápido el granjero, atrapó al duende. Se disponía a llevárselo a la casa, para luego proceder a llevarse el oro que había encontrado. Para poder distinguir el arbusto debajo del cual estaba enterrada la olla con oro, donde estaba el duende fabricando nuevas monedas, le ató uno de sus calcetines rojos a una de las ramas.

El duende lloró y rogó, para que lo soltara. El hombre, conmovido, le hizo prometer que no haría nada si lo soltaba, y que, en retribución a su buena fe, lo dejaría quedarse con el oro. El duende prometió que dejaría el oro donde estaba, y que sería del granjero, cuando lo encontrara…

El granjero va presuroso a buscar su pala, para proceder a desenterrar la preciosa olla. Cuando va a ver… cientos de arbustos tenían atadas medias rojas, como la de él.

Ese es también el origen de la tradición navideña de poner calcetines rojos, para recibir regalos durante la  Navidad.


Las imágenes modernas de los leprechauns, especialmente las que se ven cuando se acerca el día de San Patricio, suelen mostrar un hombrecillo vestido de verde. Sin embargo, según cuenta la tradición, era posible verlos vestidos con chaqueta roja de brillantes, botones plateados, calcetas azules o marrones, zapatos grandes con hebillas gruesas de plata y sombrero tricornio de copa alta.

Su estatura varía entre los quince centímetros y algo más de medio metro, y pueden tener cara traviesa y digna a la vez. Muchos tienen barba y fuman en pipa. Cuando están trabajando, suelen usar un delantal de cuero de zapatero y un pequeño martillo con el que fabrican o arreglan pequeños zapatos de talla de hada.

Aparentemente, los leprechaun no tratan a sus compañeras hadas mucho mejor que a los humanos, ya que sólo les hacen un zapato, nunca el par completo.

FUENTES: https://es.wikipedia.org   http://lascosasquenuncaexistieron.com/   http://buscadoresdetesoros.net/

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