jueves, 10 de diciembre de 2015
La muñeca en la ventana.
Cuando tenía 10 u 11 años, un grupo de cuatro amigos y yo solíamos montar en bicicleta hasta la medianoche porque no teníamos nada mejor que hacer en los veranos. Al final de nuestra pequeña calle suburbana, vivía una viejecilla extraña.
La veíamos salir de su casa en raras ocasiones, pero cuando lo hacía, te podías dar cuenta de que había algo malo en ella: su cabello era un desastre, sus ropas eran como las de la loca de los gatos en los Simpson y siempre hablaba a solas; balbuceando incoherentemente, de hecho. Así que todos pensábamos que era tétrica.
Pero lo que de verdad te asustaba sobre su casa no era la anciana loca, si no lo que estaba en el piso superior.
En una ventana del último piso de la casa, había una ventana a través de la cual podías ver a una muñeca vieja y extraña. La clase de muñecas de porcelana antiguas que salen en películas de horror, para que puedan imaginarla bien. Bueno, esta muñeca parecía siempre estar observándonos al pasar; y en cierta forma confirmé esta teoría un día al pasar frente a la casa.
Estábamos montando en bici cuando encontré una pelota de tenis (lo que nos hizo detenernos) justo en la entrada del jardín delantero; pero después de levantarla únicamente nos quedamos viendo a la muñeca por alguna razón.
Y no les miento: mientras la observábamos, la muñeca se inclina hacia adelante y pega la cabeza contra el vidrio; como si nos estuviera viendo directamente. Le arrojé la pelota tan fuerte como pude, rompiendo la ventana.
Por un segundo, parece que la muñeca va a caer hacia atrás, al interior de la habitación; entonces se inclina lentamente hacia adelante y cae por la ventana, justo en unos arbustos al pie de la casa.
Salimos huyendo despavoridos y no volvimos a hablar del incidente.
Pasó el tiempo, como medio año después.
Me encontraba pasando el rato con una vecina que estaba conmigo el día de la muñeca. Me contaba sobre como escuchaba ruidos en su patio trasero, así que bromeé y le dije que era el muñeco Ken que habíamos enterrado ahí como broma unos años atrás.
Al día siguiente, me dice que su padre estaba haciendo labores de jardinería cuando se encontró con una muñeca rota junto a nuestros arbustos, justo a un lado de un agujero en el cual estaba el Ken enterrado. Estuvimos asustados por semanas hasta que el padre de mi vecina quemó a la muñeca con gasolina.
Lo único que quedó de la muñeca eran sus ojos de vidrio, perfectamente reconocibles.
Un mes después, mi vecina y yo decidimos escabullirnos fuera de casa a la una de la mañana. Poco después de la media noche, salí en silencio de la mía y justo cuando abro la puerta me encuentro con algo que hasta la fecha no puedo olvidar.
Había una pelota de tenis justo frente a la puerta.
FUENTE: http://mitosmonstruosyleyendas.blogspot.mx/
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