miércoles, 8 de mayo de 2019

Conoce la leyenda de los “129 fantasmas de hielo”, el relato que te congelará la sangre.

Una pintura que representa a las dos naves recorrer Nueva Zelanda. Es de las últimas impresiones que se tienen del Erebus y el Terror aún navegantes. Imagen: Wikicommons. 

Esta historia comienza el 19 de mayo de 1845, cuando dos de los buques más temerarios y preparados de la Flotilla Real del Reino Unido emprendieron una misión especial. Se trataba de las embarcaciones RMS Erebus y RMS Terror, las cuales tenían como encargo encontrar un pasadizo en el Ártico capaz de unir Europa con Asia. Para lograrlo, tenían que tocar la parte más al norte de América, justo entre los océanos Atlántico y Pacífico. Dadas estas condiciones, se trataba de la expedición más compleja hasta la fecha. Con toda su experiencia a cuestas, marineros, oficiales y capitanes se despidieron de sus familias y seres queridos en el puerto de Greenhithe. Los líderes de la expedición eran el capitán John Franklin (a cargo de toda la tripulación, que alcanzaba los 126 miembros) y los comandantes James Fitzjames (cabeza del Erebus) y Francis Crozier (jefe del Terror). Franklin fue elegido como capitán de toda la travesía por su experiencia, ya que en dos ocasiones había intentado llegar al llamado “Paso del Noroeste”. Sin embargo, la tercera vez no salió para nada como lo esperaba. Y es que una vez emprendieron el viaje, jamás se volvió a saber nada de los capitanes ni de la tripulación: los 129 hombres a bordo de las naves desaparecieron sin dejar rastro. En derredor de su tragedia se construyeron, como era de esperarse, varias leyendas y mitos, muchos de los cuales pertenecen a la cultura inuit, es decir, a los nativos de la región polar a la cual se dirigieron Franklin, Fitzjames, Crozier y compañía. Una de las versiones tradicionales sostiene que ambos navíos quedaron encallados en una de las zonas más peligrosas no sólo del Ártico sino del mundo entero, el Estrecho de Victoria, ubicado en Canadá, dadas sus bajas temperaturas. Por ejemplo, cuando el sol está en su máximo esplendor, el termómetro marca 10 grados… pero bajo cero, con lo cual se puede inducir que, de haber quedado atrapados ahí, los 129 hombres murieron congelados.


Ahora bien, esto podría resultar una historia trágica más, sin embargo, los inuit han relatado los detalles al interior de las naves de generación en generación. Se dice que lo primero que ocurrió al quedar varados, fue que comenzaron a asesinarse entre ellos: tuvieron que decapitarse los unos a los otros para beber la sangre como un sustituto del agua, al tiempo que sus sesos y restos fueron consumidos como carne. A pesar de esta versión totalmente sanguinaria, expertos en el tema han dicho que pudieron morir también por muchas otras causas, como enfermedades y virus sin atender, así como por el envenenamiento que les pudo producir el mal empaque de los alimentos que llevaron consigo. Sin embargo, los inuit insisten en su historia, pues en 1981, un grupo de exploradores se dirigió a la escena y encontró varios restos humanos junto a lo que quedó de las embarcaciones. La aventura arrojó resultados increíbles: los cadáveres encontrados estaban junto a las latas de comida, pero estas no fueron abiertas en ningún momento, así que la hipótesis del envenenamiento puede descartarse en un amplio porcentaje de la tripulación. A pesar de la evidencia, los expertos señalan que justo la falta de alimentación fue la que pudo llevarlos a la locura, con lo cual comenzaron con los asesinatos y posterior canibalismo. Se sabe que cerca de 1850, el gobierno británico mandó expediciones para encontrar a los tripulantes de las naves. En los distintos viajes que se hicieron, se encontrarían tumbas y relatos de los inuit, quienes aseguraban haber visto a cerca de cuarenta hombres demacrados navegar en un bote por el Río Back. Los nativos de aquel entonces afirmaban lo que la leyenda cuenta hoy: que los sobrevivientes tenían por costumbre comerse a los cadáveres. Las últimas expediciones, realizadas en 2014 y 2016, encontraron los restos hundidos del Erebus y el Terror gracias a la tecnología moderna. Una de las cosas más escalofriantes fue descubrir que en la borda de los barcos hubo incendios intencionales, quizá fogatas. La pregunta es: ¿para qué generar fuego al frente de un barco? ¿Sólo para protegerse del frío o para cocinar los cuerpos muertos? Todo parece indicar que los “129 fantasmas de hielo” seguirán arrojando más y más misterio sobre su desaparición.

FUENTE: https://www.aztecaamerica.com

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