viernes, 3 de mayo de 2019
Panteón Yáñez: conoce sus historias más populares.
Alberto Maytorena
Un panteón no se consideraría como tal, si no tuviera una serie de mitos y leyendas que gravitaran en torno a sí y despertaran tanto la curiosidad como el miedo de quienes van a visitarlo; el Panteón Yáñez no es distinto.
Este camposanto tiene motivos sólidos para ser considerado una fábrica de leyendas populares y no sólo por sus residentes, como cualquier persona podría pensar; partiendo de su fundación, lahistoria del panteón es fascinante.
En un principio, el panteón se creó para darles asilo a los difuntos del antiguo cementerio ubicado en el Jardín Juárez, así como de Villa de Seris y El Ranchito, por lo que esta surte deantología de osamentas alimenta la creencia de que hay algo mágico que ocurre en el lugar.
Por casi un siglo, el Panteón Yáñez ha añadido a sus filas a personajes que no sólo relatan a través de su fallecimiento aspectos de la historia del estado, sino también enriquecen la mitología hermosillense y sus cuentos populares.
He aquí algunas de los relatos más emblemáticos en torno a los habitantes del histórico camposanto, mismos que han persistido hasta la actualidad y han nutrido el imaginario hermosillense.
Niño Carlitos
Afligido por su mala suerte, un hombre decidió al panteón a respirar un poco de tranquilidad y apartarse por un momento de la creciente pila de problemas cuando vio la tumba de un niño. Sea Por desesperación o por genuina fe en que la precipitada muerte del menor le podría ofrecer un vínculo con fuerzas celestiales,el hombre dejó una carta con sus anhelos en la tumba y se marchó.
A los días ese individuo obtuvo la oportunidad que estabas esperando y sus problemas se solucionaron, por lo que se encargó de pregonar aquella proeza que desafiaba toda lógica, pronto las propiedades sobrenaturales de la sepultura se esparcieron de boca en boca y así fue como nació la leyenda del niño “Carlitos”,el infante que concede milagros.
De acuerdo al relato popular, “Carlitos” era un niño de 11años ordinario y enérgico que gustaba de jugar en todo lugar que le permitiera correr o usar su patín, sin embargo, sea por una imprudencia o por descuido familiar, el menor no supuso que correría peligro en los pasillos del Mercado Municipal.
El jovencito chocó contra unas cajas de tomates, mismas que cayeron encima de él, aunque las personas se dieron prisa en ayudar a “Carlitos”, poco había por hacer, el intenso golpe le provocó una muerte instantánea. Fue enterrado en el “panteón nuevo”, en las primeras hileras de éste, donde se encontraban todos los niños. Corría el mes de enero de 1940.
Desde el momento en que se esparció el rumor de un niño milagroso que residía en el Panteón Yáñez, la gente, motivada por recibir alguna condonación divina u obtener un favor de fuerzas superiores, acuden a la sepultura de “Carlitos” y dejan juguetes o golosinas junto con su petición, misma que se guarda en un baúl.
Últimos Fusilados
Un par de cruces rojas resaltan entre la multitud de símbolos blancos que se desprenden de las sepulturas del panteón, cerca de ellas, en un muro, se puede apreciar la leyenda “Sátiros PUM1957”, misma que se cierne sobre el origen de estas tumbas como un fúnebre recordatorio de los restos mortales que se encuentran bajo tierra.
Los sepulcros pertenecen a José Rosario Don Juan Zamarripa Francisco Ruiz Corrales, los últimos hombres fusilados en Sonora Bajo los cargos de la violación y asesinato de dos niñas en hechos distintos, mismos que vieron sus últimos días en la antigua penitenciaría del Estado, hoy Museo Regional de Sonora.
El crimen de Ruiz Corrales fue llamado en Sonora como el caso de“La Niña de los Tomates”, al tratarse de una menor de 9 años de edad quien fuera la víctima del individuo, hecho que serviría de inspiración para el libro homónimo de Sergio Valenzuela Calderón, publicado en 2007.
Don Juan Zamarripa hurtó a una bebé de apenas tres meses, con la cual consumó el ilícito, sin embargo fue identificado por testigos y, al verse acorralado, no tuvo remedio que asumir la responsabilidad de su abominable crimen.
Estos hechos tuvieron un profundo impacto en la sociedad sonorense, la cual, perturbada por la sola existencia de individuos como ellos, pidió que se les castigara con la pena máxima y, en el patio de la otrora cárcel, la justicia llegó a los dos hombresa manera de balas disparadas por un pelotón.
La tumba Nazi
La llamada “tumba nazi” que se encuentra en el Panteón Yáñez ha sido motivo de todo tipo de rumores y teorías de conspiración desde el primer avistamiento de las esvásticas,mismas que utilizaban los militantes del Tercer Reich, lo cual levantan la sospecha de la identidad y afiliación política de las personas enterradas bajo semejante monumento.
La historia en torno a este sepulcro gira en torno al personaje de Julián Jacob, un migrante judío que desembarcó en Nayarit Junto a su bella esposa alemana, quien adoptó la identidad al llegar al país por la de “Severiana Álvarez de Jacob”, nombre que aparece en la tumba.
La pareja llegó a Sonora y Jacob decidió emplearse como peluquero y comerciante, sin embargo, de acuerdo con el testimonio de familiares de este personaje, el hombre albergaba un profundo sentimiento anti-yankee en su interior y, aunque el fervor por el país anglosajón común entre la población mexicana, Jacob Despreciaba la idealización estadounidense.
Por ello, el comerciante se reunía secretamente con personas afines a esta forma de pensar que adoptaron la esvástica como símbolo, pues en diversas religiones, particularmente hindúes, la cual es un símbolo de paz, prosperidad y continuidad.
Cuando Severiana murió, en agradecimiento por el amor y los hijos que le dio a Jacob, éste se dio a la tarea de decorar el pequeño mausoleo con dichos símbolos que había usado como señal de rebeldía, sin relación alguna con la ideología nacionalsocialista germánica.
No obstante, la tumba y su difunta han sido motivo de numerosas especulaciones, entre ellas que Severiana se trataba de una espía prófuga nazi que escapó al final de la Segunda Guerra Mundial una vez que las fuerzas aliadas ocuparon Berlín.
Los nuevos mitos
Por su naturaleza, los panteones son una fábrica ilimitada de historias que sólo aumentan conforme pasa el tiempo, algunas de ellas trascienden y perduran en la mitología de la comunidad,otras quedan dispersas, desvaneciéndose en el tiempo.
El Sol de Hermosillo se dio a la tarea de encontrar uno de los mitos prácticamente desconocidos que se han generado en épocas recientes sobre este recinto sagrado.
La belleza calcinada
El joven Apolo, quien decidió ser nombrado así por pena a ser vinculado con supersticiones, relató la historia que le contó su padre una vez sobre su encuentro sobrenatural con una mujer en las entrañas del Panteón Yáñez durante los ochenta.
Eran minutos después de la media noche y el padre de Apolo Tenía que llegar a su casa. Había bebido con unos amigos en una casa de la colonia Modelo y, para cortar camino, decidió pasar por el panteón de noche.
“A mi papá no le espantaban los panteones, de hecho me decía‘¿A qué le voy a tener miedo si todos ya están muertos? ¡A Mí me dan miedo los vivos!’, pero esa noche había salido a beber con unos amigos y eso siempre lo ponía más sensible”,comentó.
Al llegar a la mitad del recinto, el padre de Apolo vio a alguien deambular por el lugar, por la tenue iluminación pudo reconocer el cuerpo de una mujer; al acercarse más pudo constatar que en efecto se trataba de una, por su aspecto parecía de 25 a 30 años.
El hombre se quedó pasmado mirándola, pues aquella mujer era particularmente guapa: su tez era pálida, pero en sus mejillas se alcanzaba a ver un rubor tierno, además su cabello azabache era corto con puntas onduladas. Usaba un vestido casual liso y unas zapatillas.
Sin poder contener el impulso de hablarle, el padre de Apolo se le acercó con curiosidad, pues no era frecuente ver una mujer como ella a deshoras en un cementerio. De pronto su olfato quedó embriagado con el olor dulzón a quemado y, mientras más se acercaba a la mujer, el olor se volvía más penetrante yodioso.
En cierto momento, la fémina, quien hasta ese momento había permanecido de perfil, mirando hacia la nada, volteó a ver al padre de Apolo y el terror se apoderó inmediatamente de él.Mientras la mitad de la mujer deslumbraba por su belleza, la otra era una un montón de carne derretida que aún parecía estar enlas brasas.
“Entonces esa cosa se acercó a mi papá, quien estaba al borde de un ataque, y le dijo con una voz tan clara y dulce que le revolvió el estómago ‘¿Soy bonita?’, después de eso mi papá corrió hasta la entrada de donde entró sin mirar atrás”,contó Apolo.
El padre del narrador prefirió no volver a buscar información sobre aquella mujer, pues temía que con buscar su identidad aquella mujer o monstruo o fantasma, volviera salir para atormentarlo. Esa fue la última vez que el hombre puso un pie solo en el Panteón Yáñez.
FUENTE: https://www.elsoldehermosillo.com.mx
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