miércoles, 17 de enero de 2018

La leyenda del Nahual.


Me crie en un pueblo pequeño donde las leyendas abundaban, sobre todo la leyenda del Nahual, por la tarde las personas salían de sus casas a reunirse con los vecinos mientras tomaban café, jugaban a la lotería, los niños jugábamos a su alrededor, no faltaba a quien se le ocurriera contar alguna historia de terror o algún hecho real de sus propias vivencias que me ponían la piel de gallina.

Aunque ya crecí bastante desde entonces hay una leyenda en especial que todavía me asusta hasta el punto de morderme las uñas y no querer apagar las luces por la noche.


Fue en esa ocasión que le toco turno a mi mamá para hablar y esto fue lo que dijo:

Cuando yo estaba más chica, que apenas estábamos construyendo la casa, mi papá hizo su taller de puros carrizitos (palo de madera parecido al bambú pero mucho más delgado), estaba un poco retirado de la cocina que es donde pasábamos la mayor parte del tiempo, desde la ventana se podía ver la luz de la lámpara de gasolina y sabíamos que estaba trabajando porque siempre se le hacía noche.

Una vez que mi mamá me pidió que fuera a llevarle de comer porque ya era muy tarde, agarre la comida para llevársela el plato en una mano y las tortillas en otra, el tramo me pareció muy largo para llegar porque estaba bien oscuro, una oscuridad en la que no podía ver el pie cuando daba paso, solo me guiaba por la luz que salía del taller.


Entonces empecé a escuchar pasos junto a los míos, porque la yerba seca tronaba… por más que volteara no podía ver nada así que me apure, y los pasos también conmigo, cada vez lo sentía más cerca, pero afortunadamente llegue pronto al taller, me metí y le dije a mi papá que algo me seguía, entonces el tomo el machete, cerró la puerta, y empezamos a oír la respiración como de un animal muy grande y sus pisadas alrededor del taller, con la poca luz que se escapaba entre los carrizos se veía como un perro grandote, negro, que daba vueltas y vueltas buscando por donde entrar y empezó a rascar las paredes, cuando se volteo de frente le vimos los ojos… ¡rojos como lumbre! Y se sentía su mirada pesada encima de nosotros. Mi papá me metió debajo de una mesa y me dijo que no me moviera, que era el Nahual, entonces el animal dejo de hacer ruido y se fue a la casa porque estaba la puerta abierta, mi papá lo siguió con el machete, y antes de llegar a la puerta se hizo humo y se fue…

FUENTE: https://leyendadeterror.com/

No hay comentarios :

Publicar un comentario