miércoles, 4 de septiembre de 2019

Historias de fantasmas y brujería contadas por 5 personas que dicen haberlos visto


Por: Beatriz Esquivel

Lee 5 relatos de fantasmas, brujería y extrañas apariciones cuyos testigos aseguran que son reales.
Cuando se trata de fantasmas y brujería existen todo tipo de historias que varían desde casos terroríficos a simples anécdotas curiosas. Existen escépticos que no creen en la presencia inexplicable de fantasmas o que los ritos de brujería funcionen; sin embargo, existen muchas otras personas que encuentran difícil negarlas dado que lo han vivido en carne propia y en ocasiones no han sido los únicos en presenciar un mismo evento. Incluso hay casos en los que la brujería y los asuntos esotéricos son parte de una tradición familiar que también es difícil de negar.

Te contamos de 5 relatos relacionados con fantasmas, brujería, rituales satánicos y, en general, casos sin explicación contados por aquellos que los presenciaron y atestiguaron:


“El niño con los ojos de Batman” 

Lou, 28 años.

Tenía a una amiga en la prepa que vivía en una casa muy grande en el Ajusco. Ella tenía un hermano pequeño y un día empezó a decir que tenía un amigo imaginario y lo apodó “el niño de los ojos de Batman”. El niño era súper insistente con su amigo, pero todos creían que sólo era su imaginación. Un día, ella nos contó que estaba en el piso de hasta arriba de su casa y escuchó pasos detrás de ella, pensó que era su hermano y le dijo «—Guillermo, ¿qué haces aquí arriba?» Pero cuando volteó, en lugar de su hermano vio a un niño sin ojos, como el que su hermano describió, y se desmayó. Después, otras personas en su casa empezaron a verlo.

Por ejemplo, un día hubo una fiesta en su casa. Una de nuestras amigas subió al baño de ese piso y se tardó como una hora en bajar, así que yo subí a ver si estaba bien, pero no me contestaba al tocar la puerta y preguntarle si estaba bien. Terminé por empujar la puerta, hasta le avisé que lo haría por si no estaba decente, pero cuando logré abrirla, encontré a mi amiga en shock y echa bolita en la regadera del baño. Yo le hablaba preguntándole qué estaba pasando, si estaba bien, etc, y hasta un rato después ella reaccionó y me contó que cuando se estaba lavando las manos vio en el espejo al niño y que se quiso acercar a ella; entonces entró en shock y lo único que pudo hacer fue arrastrarse hacia la regadera.

Hasta ese momento yo no creía en el asunto, todo estaba muy raro, pero no estaba tan convencido. Ese mismo día, ya en la noche, cuando nos quedamos a dormir casi todos, me desperté en la madrugada y me levanté para tomar agua. Cuando iba de regreso al cuarto, vi al niño de pie en las escaleras que daban hacia el último piso de la casa. El niño tenía como 3 años y efectivamente no tenía ojos, sólo tenía las cuencas, como si tuviera una herida muy, muy fea. Obviamente lo primero que hice fue meterme a uno de los cuartos que tenían más gente para poder dormir, porque no iba a volver al cuarto donde estaba dormido solo.

Un año después de todo eso, mi amiga me contó que intentaron bendecir la casa y hacer otros rituales, pero en realidad lo que pasó es que le pidieron a su hermano que le preguntara al niño sin los ojos que qué quería. Según su hermano, el “niño con los ojos de Batman” quería un carrito. Así que la familia decidió comprarle uno y cuando se lo dejaron en el último piso, dejó de aparecerse en su casa.


“Tras el espejo” 

Nash, 26 años.

Todo iba bien y normal después de mudarme a mi anterior casa hasta que un día empezamos a escuchar ruidos en el piso de hasta abajo, digamos, en la cocina se escuchaban los platos como si alguien cocinara, o los invitados que se quedaban en esa parte de la casa sentían que los observaban todo el tiempo y que había una vibra bien fuerte.

En especial nos pasó que justo en el baño de ahí, se sentía algo muy raro. Cada que yo entraba sentía muchísimo miedo, de hecho evitaba entrar a ese baño; incluso cuando iban otros amigos o conocidos y entraban ahí, los empezaron a asustar.

Mis papás son biólogos, así que de tan raro que estaba el asunto, mi papá puso unas fototrampas para animales en la sala (que son cámaras que cuando detectan movimiento, toman una foto) toda una noche. A la mañana siguiente encontramos unas fotos bieeen raras donde se veía a un vato sentado en la sala y luego se veía cómo se levantaba y se acercaba a la cámara, o sea, podíamos verlo clarito en las fotos, en primer plano.

A partir de ese momento decidimos intentar hacer algo para limpiar la energía o lo que fuera que estuviera ahí, todos los que intentaron ayudarnos estuvieron de acuerdo en que la “energía” venía del baño y para no hacer más largo el cuento, resulta que en el baño había un espejo muy grande que abarcaba casi toda una pared, así que un día decidimos quitarlo, hasta fue un albañil a hacerlo. Al tirarlo de la pared descubrimos que detrás había otro cuartito. En realidad en el cuarto no había gran cosa, ni restos de alguien, nada, puro polvo y cosas sin importancia, pero justo después de eso dejó de aparecerse el vato y bueno, a mí ya no me dio tanto miedo ese baño, aunque seguí evitando ir ahí hasta que nos mudamos.


“La secta satánica en el bosque” 

Pedro, 31 años

Fui al Ajusco a un sitio de camping con un amigo, Hamlet (es real, así se llama), de esos lugares en los que te tienes que ir a cierta hora porque no puedes acampar porque dicen que es peligroso. Total, el día estuvo normal, carne asada, recorrer el bosque, echar pases y así. En una de esas, yo vi a un perro y pues se me hizo fácil seguirlo hasta que me di cuenta de que estaba oscureciendo y ya nos teníamos que ir… y yo estaba perdido. Empecé a vagar por el bosque intentando regresar al campamento o al camino donde pasaran coches, caminé como una hora y media tal vez, pensando que ya había valido, que no sabía dónde estaba; entonces empecé a escuchar como música, como si fuera una batucada, entonces dije “bueno, seguro es civilización” y de pronto alcancé a ver una fogata a lo lejos.

Me acerqué pensando que me iban a ayudar a regresar, pero cuando ya estaba muy cerca, me di cuenta de que la fogata en realidad era una hoguera y que la gente que tocaba estaba realizando algún tipo de misa negra. Al principio seguí caminando por curioso y escuché sus cánticos, algunos tenían túnicas negras muy largas y otros no llevaban nada de ropa, pero a cierta distancia supe que no era buena idea seguir acercándome a ellos, así que mejor di vuelta atrás. Después de un rato encontré a mi amigo y cuando ya nos íbamos, nos regañaron, pero nos dijeron que qué bueno que ya nos íbamos porque a esa hora había muchos satanistas en el bosque. Desde esa vez no volví al lugar.


“Mi cuarto” 

Kate, 22 años.

Siempre me asustaban en las noches en mi cuarto. Una de las que más recuerdo es que, mientras estaba dormida, en la madrugada me empezaron a hacer cosquillas en la palma de mi mano. Yo no quería abrir los ojos porque no quería ver qué era y cuando me quise mover para quitar mi mano, me empezaron a gritar en el oído. No sé, me pasaron muchísimas cosas; por lo general suelo dormir boca abajo y una vez sentía cómo me tenían agarrada de la cintura y no dejaban que me levantara, no podía moverme, como si fuera parálisis de sueño, solo que no lo era. Otra vez, al despertar había una persona frente a mí y su rostro era una especie de remolino negro, lo único que pude hacer fue cerrar los ojos y desapareció cuando volví a abrirlos y al poco tiempo mi mamá justo entró al cuarto para avisarme que tenía que ir al hospital por una emergencia familiar. Nunca supe qué era y siempre me costaba mucho levantarme. Hace mucho que ya no me pasa nada y sí, sigo durmiendo en el mismo cuarto.


“El hombre del jardín” 

Adriana, 31 años.

Una vez estaba en la sala de mi casa hablando por teléfono con un chico, mi sala da hacia un jardín porque tenemos un ventanal. Yo ya estaba aburrida al teléfono y de repente, volteo al jardín y un señor pasó caminando, pero lo raro del asunto es que salió de una pared de un lado del jardín y se metió por otra, así la atravesó, hacia la casa del vecino. El hombre iba de traje negro. Mi reacción fue dejar el teléfono e irme corriendo a mi cuarto, hasta me olvidé del teléfono porque no era la primera vez que me pasaba algo raro en la casa. 

¿Tú tienes alguna historia similar?

Envíala a corporacionphantom@hotmail.com

Fuente: https://culturacolectiva.com

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