martes, 10 de septiembre de 2019

La habitación cerrada


Un hombre había ido a un hotel para hospedarse en una de las habitaciones que quedaban libres aquella noche. La recepcionista le entregó su llave y le indicó cual sería el número de su habitación. Además de eso, le comentó que muy cerca de donde él dormiría había un pequeño almacén cuya puerta no tenía número. Al parecer, dicho almacén estaba totalmente restringido al publico y nadie ajeno al hotel podía entrar allí. De hecho, la recepcionista se lo recordó a su cliente varias veces antes de que él se fuera.

El hombre por su parte, decidió seguir las instrucciones del personal del hotel y se fue directamente a su habitación, ya que se encontraba muy cansado aquella noche. Eso si, la insistencia de la recepcionista en no acercarse a aquella puerta sin numero había llamado la atención del susodicho, por lo que decidió acercarse a investigar a la siguiente noche.

Un día después, siendo ya entrada la noche aquel hombre se acercó silenciosamente a la puerta de ese almacén e intentó abrir la puerta, pero evidentemente esta estaba cerrada con llave. Después de pensar durante unos segundos, se inclinó e intentó mirar a través del amplio ojo de la cerradura de aquella puerta. No supo porque, pero el frío atravesó todo su rostro e incluso le enfrió los ojos…

Pestañeo un par de veces y pudo fijarse, por fin en el interior de aquella habitación, que parecía ser idéntica a la suya. Miró en todas direcciones hasta ubicar a a una mujer en una de las esquinas de la estancia. Su piel era increíblemente pálida. Estaba apoyando su cabeza contra la pared y a penas se le podía ver el rostro.

Aquel hombre se apartó rápidamente de la puerta, muy confundido. ¿Quien era aquella mujer? ¿una trabajadora del hotel? ¿La hija de los dueños? Tenía tanta curiosidad que casi llamó a la puerta, pero al final decidió no hacer nada.

Eso si, no pudo evitar volver a acercarse de nuevo a mirar a través de aquel pequeño agujero, pero esta vez la mujer volteó bruscamente hacia la puerta y él pegó un buen salto hacía atrás, intentando que ella no sospechase de que la había estado espiando. El sujeto se apartó de la puerta y regresó a su habitación a toda prisa.

Al día siguiente y sin haberse quedado satisfecho, el hombre volvió a ir a la puerta y miró por el ojo de la cerradura una vez mas. Esta vez, lo único que pudo ver fue un intenso color rojo. No podía distinguir nada además de esa tonalidad. Quizás alguien se había dado cuenta de que él había estado husmeando la noche anterior y habían tapado el agujero con algún tipo de plástico de color rojo… lo que provocó que el hombre se sintiera bastante avergonzado por su comportamiento… seguro que esa mujer de la otra noche  se había sentido incomoda y acosada por su culpa. Solo esperaba que no se hubieran quejado a recepción…

Un momento… ¿Y si preguntaba a la recepcionista? No sabía porque, pero él sentía que todo lo que había ocurrido era extraño. El hombre decidió bajar las escaleras hasta el vestíbulo y le comentó todo lo ocurrido a la recepcionista.

Ella, al escuchar todo lo acontecido las noches anteriores, decidió compartir la información con el inquilino.

– ¿Has mirado a través del ojo de la cerradura?

El hombre asintió, en principio algo avergonzado.

– Bueno, entonces debería contarte la historia de lo que sucedió en esa habitación. Hace ya muchos años un hombre mantuvo cautiva a su mujer durante varios meses allí, y la dejó morir de hambre mientras lo observaba todo a través de la cerradura. Incluso ahora, algunos inquilinos dicen sentirse realmente incómodos en esa habitación, por lo que hemos decidido clausurarla y tapar el ojo de la cerradura para que nadie pueda ver el interior.

FUENTE: https://www.terrorparanormal.com

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