LA NIÑA QUE SE APARECE
Hace algunos años, allá por 1996, en el actual edificio de Bancomer de la ciudad de Matamoros Tamaulipas, ubicado en las calles Sexta y Matamoros, se dio el caso de una niña que se aparecía en las madrugadas al personal de seguridad de la empresa…
El protagonista de esta historia es don Francisco Javier Cotera Correa, quien se quedaba por lo regular a trabajar hasta las 7 u 8 de la noche y en cierta ocasión se le encargó un trabajo especial, quedándose hasta la una de la madrugada.
Don Francisco sabía de ruidos, sombras y uno que otro aparecido… pero esa vez, por quedarse fuera de su horario habitual, al salir ya rumbo a casa, al llegar a las escaleras, vio una niña vestida de blanco que lo saludó con su manita del otro extremo de la sala, ya que los dividía una cortina de persianas verticales de vidrio, es decir, la niña por un lado y el señor por el otro.
Confiado, bajó por las escaleras desde el segundo piso y al llegar a la planta baja, le preguntó al guardia de seguridad del banco:
-“Oye, ¡de quién es la niña, de Rossy, la de contabilidad?”.
-No, no hay nadie, sólo estabas tú. Le contestó el guardia.
-¡Cómo, no es posible! Acabo de ver a una niña ahorita. Devolvió el comentario.
Entonces le explicó lo que había visto y la describió con más detenimiento. A lo que el guardia le explicó que en todo el banco sólo estaban ellos dos.
Total, subieron rápido, encendieron las luces y revisaron todo.
El guardia le preguntó a detalle y Don Francisco le responde de nueva cuenta:
-Era blanca de cabello negro, rizado y su vestido era blanco con encajes.
¡Ah, es la niña! No te apures, es la niña que se aparece.-Le contestó-.
-¿Ah, no friegues? ¿Cómo que se aparece una niña? Dijo asombrado.
-¡Jamás vuelvo a trabajar aquí, jamás! Jamás después de las siete… ¡Se va el último y me hablas para irme yo también! –Le pidió-.
Lo sorprendente del caso fue que el guardia corroboró lo visto por don Francisco… y él no era la única persona que había experimentado tan extraña aparición, ya que también la habían visto varias personas y en repetidas ocasiones.
Por lo común, sonaban extensiones telefónicas, se escuchaban los teclados de las máquinas de escribir, así como el ruido de las sumadoras trabajando y los rodillos jalando y que sí, que se aparecía la niña.
Para esto, los guardias estaban acostumbrados a esas situaciones y lo tomaban como lo más normal del mundo.
Se dice que el edificio de Bancomer que hoy se levanta en ese lugar, antiguamente fue un Hospital Infantil o una guardería y que no nada más se conoce a esa niña… sino que hay más de ellos. Fantasmas, aparecidos, sombras… pero siempre niños. Posiblemente ahí fallecieron muchos y hoy en día están paseando sus almas, sus almas en pena por todas las instalaciones…
Reportaje de Adolfo Kott Gramlich desde Reynosa, Tamaulipas.
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