sábado, 13 de noviembre de 2010

¿Por qué al color negro lo identificamos con luto?

¿Por qué al color negro lo identificamos con luto?
 
En el mundo occidental -no así en otras culturas-, el color negro sirve para expresar duelo y esta tradición proviene de la antigua Roma, donde las mujeres usaban vestidos negros llamados lugubrias para guardar luto a sus amantes muertos. Más tarde, un decreto imperial estableció que el blanco sería el color del duelo y así se usó por cientos de años en muchas partes de Europa, particularmente en Francia, España e Inglaterra. En 1498, Ana de Bretaña se vistió de negro en el funeral de su esposo, Carlos VIII, y puso colgaduras negras a su escudo de armas.

Fue el primer funeral en negro desde los tiempos de la antigua Roma. La viuda se veía tan hermosa que el nuevo rey, Luis XII, pidió su mano y ella llegó a ser reina de Francia por segunda vez. Con la ayuda de los diseñadores de modas de aquellos tiempos, se impuso de nuevo la costumbre de vestir de negro durante el luto, no sin algunas excepciones. María de Escocia, tras la muerte, de su marido, Lord Darmley, llevaba trajes de color blanco, por lo que era conocida como "Reina Blanca". Los reyes de Francia usaban el púrpura, color que probablemente proviene de las vestiduras que los soldados romanos pusieron a Jesucristo para mofarse de él llamándolo Rey de los Judíos.
La antiquísima costumbre de vestir de negro en los funerales, muy extendida en toda la cultura occidental, pretende significar una manifestación de respeto hacia el difunto. Sin embargo, la procedencia de esta tradición no está tan clara. Distintos estudios antropológicos coinciden en señalar como su posible origen el miedo ancestral de los vivos a ser poseídos por los espíritus de los muertos. Así, en los ritos funerarios los hombres primitivos pintarían sus cuerpos de negro para impedir, al quedar camuflados, que el alma del fallecido encontrara un nuevo cuerpo donde asentarse.
Esta hipótesis es corroborada por el hecho de que los habitantes de ciertas tribus africanas cubran su piel con cenizas blancas en los funerales, escondiendo así el color negro de su epidermis a la vista de los espíritus. Algo parecido sucede también en la India, donde tradicionalmente el color del luto es blanco, en contraposición a la tez morena de sus habitantes.

Por otro lado, también en muchas partes el negro suele relacionarse con duelo, pero no así en muchos países latinoamericanos. En México por ejemplo, aunque los deudos o parientes del fallecido sientan una gran pena, la ceremonia del velorio no siempre es una experiencia dolorosa. En algunas provincias se acostumbra que los dolientes preparen tamales, molé y atole para convidar a los asistentes. Entre rezos y lágrimas se toman sorbitos de café con "piquete" o licor, que entonan el ánimo. Muchas veces se juega a las cartas o se cuentan chistes "de color... rojo muchos de ellos". Estas peculiares costumbres parecieran contradecir el ánimo luctuoso que necesariamente reina en un velorio, pero no siempre sucede así.

Hay un viejo dicho que reza: "El muerto al hoyo y el vivo al pollo" y la versión mas popular: "El muerto al pozo y el vivo al gozo". No es que carezca de importancia el deceso de un ser querido, más bien se trata de una extraña mezcla del instinto de supervivencia y la tradición folklórica. La antigua creencia de que existe otra vida "más allá" deja esperanzados a los deudos con la idea de que pronto volverán a encontrarse. Si bien los velorios pueden ser ceremonias muy tristes y dolorosas, en especial si el muerto es un niño, pero aun cuando está rezando por su alma, puede oírse la gritería de sus compañeritos del fallecido que juegan en el patio.

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